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Las autonomías y el carácter de decisión propia sin encomendarse ni a tirios ni a troyanos de algunos ayuntamientos, han ido creando a lo largo de lo que llevamos de democracia, verdaderos desequilibrios comparativos en los salarios de los distintos cuerpos policiales. Una anarquía absurda con agravios dolorosos, injustos y difíciles de explicar sin caer en la tentación de los eufemismos que en boca de los políticos tanto les sirve para un roto como para un descosido. Dejo a su consideración los siguientes datos:

Sueldo base bruto y complementos mínimos euros/mes
· Ertzaintza: 2.500 euros
· Mossos d'Esquadra: 2.290 euros
· Policía Local Madrid: 2.100 euros
· Policía Nacional: 1.710 euros
· Guardia Civil: 1.710 euros

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De entre todos los cuerpos de Seguridad del Estado, el que sale peor parado es la Guardia Civil, que paradójicamente es de quien siempre se echa mano para las misiones más ingratas, más comprometidas y arriesgadas, pero no solo físicamente, a veces incluso el riesgo psíquico es aún mayor, por ejemplo cuando se les encomienda frenar las avalanchas de inmigrantes africanos que no es precisamente un problema de orden público, donde las acciones del benemérito cuerpo serán criticadas por creer que se han pasado o por considerar que no han llegado, como si servir de valla humana ante centenares de desesperados que huyen del hambre, fuera poco menos que un trabajo de despacho.

Corregir el hambre africana es una obligación política que solo puede ser ejercida desde la máxima generosidad y por supuesto la solución no es mandar a la guardia civil a que corrija la incapacidad en este delicado asunto de la política europea. Mientras tanto, con protocolos de actuación al dictado de lo que enfaticen los medios la situación diaria, que es tanto como pedirle a la Guardia Civil que se ponga a hacer encaje de bolillos con una situación cada vez más comprometida, los hombres que reciben la orden de no permitir que las oleadas de inmigrantes africanos pasen la frontera que les aleja del hambre, seguramente sentirán que su trabajo nunca estuvo tan mal pagado, ni tan denostado por una ciudadanía que siempre tuvo en alta estima a la Guardia Civil, teniendo que soportar ahora que algunas de sus actuaciones estén en entredicho.

En alguna parte he leído que a la Policía vasca (Ertzaintza) se le paga lo que se le paga por ejercer su función en una zona otrora tan conflictiva. No estoy de acuerdo con ese razonamiento por cuanto nadie como la Guardia Civil ha pagado tan alto precio en vidas humanas: 230 guardias civiles han sido asesinados por ETA de la manera más cobarde, más ruin y despiadada. Pero ese no debería ser el baremo para razonar el salario entre las distintas fuerzas de seguridad, como tampoco debería ser la condición autonómica la que viniera a crear agravios comparativos tan disparatados en la cuestión salarial. Pero una vez que los políticos los han creado, de ninguna de las maneras se puede ni siquiera pensar en rebajar el salario a la Policía vasca para homologarlo con el de la Policía Nacional o la Guardia Civil. Más bien debería hacerse todo lo contrario, unificar salarialmente a policías nacionales y guardias civiles con la Policía vasca. Algún gobierno tendrá que tomarse este asunto con el interés y la decisión que la Policía Nacional y la Guardia Civil merecen. No se puede estar siempre pregonando mesura a los demás, en este caso precisamente en aquellos en los que confiamos nuestra seguridad.