Que por mayo era, por mayo» dice el romance del prisionero «cuando hace la calor, / cuando los trigos encañan / y están los campos en flor…». No sé si en tiempos nos sentíamos prisioneros cuando llegaba mayo, encerrados entre las cuatro paredes de una clase vieja; pero sé que había prisiones peores, no tan solo las cárceles, sino incluso las fábricas, las minas, las enfermedades, el infortunio… A media tarde cantábamos el «Magníficat»: «Magnifica al Señor el alma mía… porque ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava». El «Magníficat» es un canto y también una oración católica tomada del evangelio de San Lucas en el que María, madre de Jesús, se dirige a Dios en ocasión de su visita a su prima Isabel, madre de San Juan Bautista. Las nuestras eran vocecitas atipladas, casi como de angelitos, y hasta los vitrales de colores se estremecían con el mensaje de inocencia que desprendían. Cuando callábamos un alumno endomingado salía al altar, con un ramo de flores, y recitaba un poema a la Virgen, mientras su madre dejaba escapar una lagrimita en los bancos de atrás. «Venid y vamos todos con flores a porfía, / con flores a María, que madre nuestra es…».
Les coses senzilles
Magníficat
12/05/14 0:00
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