Menorca limita al norte con el agua, y al sur, y al este, y al oeste... Menorca limita bastante. Hay fronteras naturales, artificiales o mentales, que son las más difíciles de atravesar. Pueden ser una protección frente al invasor o una valla infranqueable para los que viven encerrados en su propio país. Unos se juegan la vida (y la pierden, muchas veces) para cruzar al otro lado, mientras otros aspiran a poner barreras y separar lo que está unido. Paradojas.
Vivimos un tiempo de fronteras que se traspasan o derriban. Pueden ser políticas, del conocimiento, simbólicas… Cayó el muro de Berlín pero surgen otros muros, para coartar una libertad que nunca es absoluta. Europa tiene fronteras exteriores y vive el drama de las avalanchas humanas en busca de una vida mejor; y aunque las aduanas interiores hayan desaparecido, el viejo sueño se enfrenta con enormes dificultades.
La mezquindad política puede hacer que en la próxima campaña electoral se hable menos de Europa que de las disputas internas en España. París es la ciudad y el símbolo por excelencia, de un proyecto pensado para unir Estados que se han quedado pequeños. La herencia de la Revolución Francesa está en nuestra mente y nuestra sensibilidad desde que tenemos uso de razón. El racionalismo que alumbró la Ilustración nos hace confiar más en nuestra capacidad de pensar, que en la superstición o la obediencia ciega que siempre nos exigen algunos.