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Las manifestaciones del pasado sábado en Menorca contra la explotación petrolífera en aguas baleares siguen dando que hablar. Hablaré primero de los que sí estaban, porque habría que destacar, me parece, que unos setecientos seres humanos que habitan en esta isla tan bella salieron a la calle una mañana de febrero, a ratos soleada y apacible, y dejaron de lado obligaciones y ocios varios para rechazar un proyecto descabellado, un atentado medioambiental sin pies ni cabeza que interesa a cuatro empresas y políticos de turno, y que impulsan y defienden aquellos que se supone que gobiernan por el bien de la ciudadanía. De allí, de la plaza de la Catedral, en el caso de Ciutadella, caminaron hasta el castillo de Sant Nicolau, escoltados hasta la bocana del puerto por unas cuantas barcas que también ondeaban orgullosas banderas azules. Las barcas y los caminantes contemplaban el flamante mar azul verdoso de aquella mañana en un paseo pacífico contra de las prospecciones con las que pretenden ametrallar el Mediterráneo, y de paso a todos los seres vivos del entorno y sus medios de vida: humanos y no humanos. Y al llegar al castillo, un grupo de artistas ofreció su oposición a la infamia, igual que los voluntarios que habían estado recogiendo firmas y organizando la marcha. Entre los que estaban, había también, tanto en Maó como en Ciutadella, un grupo de políticos de ese mismo gobierno que nos desgobierna y también de otros equipos que ya lo hicieron antes que ellos. Fueron a título personal, dicen todos, pero preparados para la foto, y mi tirón de orejas no viene por el hecho de estar (algo que a algunos les hizo abandonar la cita y unirse así a la mayoría silenciosa, ese concepto que tanto gusta al Partido Popular, que se quedó en casa). Mi tirón de orejas a los miembros de la casta política en general, decía, va más allá, va al futuro de un territorio que entre unas rotondas y otras tratan de dilapidar. Los políticos no deberían trabajar, para ganarse un (buen) sueldo sino que lo suyo debería ser vocacional (sumado a profesionalidad): trabajar por/para/con/desde la ciudadanía. Así que, la foto, fenomenal, todos muy de domingo, pero que no se quede ahí, trabajen para que no se cumpla el sueño húmedo con sabor a asesor de Repsol del ministro de Turismo (qué ironía), Industria y Energía, José Manuel Soria, con a saber qué intereses a título personal. Obliguen, señores de la foto, que para eso se supone que son personas capacitadas y preparadas para ostentar sus cargos, a que el ministro de Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, que, entre otras cosas, tiene cientos de miles de euros (a título personal) en acciones de varias compañías petroleras, paralice este despropósito. Hagan oír sus voces si es que están horrorizados con esta intentona inservible e irreversible para Balears, porque la dependencia energética con la que quiere acabar el señor Soria no terminará desangrando los mares en busca de la última gota de petróleo a costa de nuestras costas, sino que solo la dejaremos atrás cambiando un modelo energético obsoleto y perjudicial y el rumbo, no hay otro, hacia las energías renovables. Vamos sobrados de sol, de viento y de ganas de un nuevo sistema sostenible, respetuoso con el medio ambiente y acorde con nuestro título de Reserva de la Biosfera.

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Hablaré por último de los que no estaban. No quiero creer que a los menorquines no les importa que se acabe con la flora y la fauna marina, con la pesca, que se pongan en grave peligro sus aguas cristalinas, sus playas, ese reclamo para miles de turistas que ayudan a que la economía de la isla, tocada ya de muerte, sobreviva a duras penas a los embates de esta crisis económica que han provocado muchos de esos políticos corruptos (a título personal) con sus cajas paralelas y los tratos de favor entre banqueros, financieras, empresas del sector energético y grandes multinacionales. Prefiero creer que no pudieron unirse por causa mayor o porque no se habían enterado de la convocatoria porque, que nadie lo olvide: la protesta feroz, incansable y sin límites es efectiva, es así como se han conseguido logros históricamente y como se están consiguiendo en estos tiempos inciertos. Las fotos no son suficientes y el nivel de exigencia de una sociedad que quiere evolucionar hacia una democracia con todas sus letras ha de elevarse. No hay tiempo que perder, es nuestra responsabilidad: de nosotros depende el legado que quede de esto que saco a relucir aquí, por cierto, a título personal.

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