Efectivamente, como anotaba semanas atrás mi vecino de página, pienso que la humanidad no tiene arreglo: el hombre es antropológicamente inmutable, véase el Telediario de las 21 horas. Jesús de Nazaret intentó la creación del hombre nuevo, pero luego llegaría Constantino, el predecesor del Vaticano…; después, lo pretendería Marx, y lo suyo acabaría en el Gulag... Y sin embargo, el statu quo se ha institucionalizado, es como si todos los contratiempos causados por el feroz capitalismo, o sea el sistema, fuera un mecanismo anónimo y automático que actuase por sobre la voluntad de la humanidad...
Pero no: homo homini lupus. Y de todos los que conozco, el diagnóstico más certero es el del filósofo e historiador inglés, Hume, que en el siglo XVIII escribió: «Solamente el ansia de adquirir bienes y posesiones (riqueza y fama ) para nosotros y nuestros amigos más cercanos resulta insaciable, perpetua , universal y directamente destructora de la Sociedad -la cursiva es mía-. Apenas sí existe una persona que no esté movida por esa pasión, y no hay nadie que no tenga razones para tenerla cuando actúa sin restricciones y da rienda a sus primeros y más naturales movimientos. Así pues, y en resumen, debemos estimar que las dificultades en el establecimiento de la sociedad serán proporcionales a las que encontremos en la regulación y restricción de esta pasión» ¡0remus!
