Necesitamos llenar nuestros depósitos de combustible, sí, pero no queremos que el petróleo se extraiga aquí. Además de las razones ambientales, del daño evidente que se puede provocar a la fauna marina y al entorno, de la posibilidad de que un día pueda darse un desastre ecológico, sería hipócrita apelar únicamente a ese hecho para oponerse a los proyectos que amenazan el Golfo de Valencia y el Golfo de León. Porque sería como decir que queremos vivir en el paraiso, con las comodidades y beneficios de una sociedad avanzada y que la porquería se la lleven otros. Algo muy humano y comprensible pero injusto.
En este frente común que, ¡aleluya!, parece haberse dado entre nuestros representantes políticos -al menos de puertas hacia fuera y en sintonía con lo que reclama la sociedad-, el factor económico tiene una importancia vital en las negociaciones con el Gobierno. No es igual pero sí irrelevante a estas alturas quien decidiera iniciar, y luego continuar, los proyectos de las petroleras. Ahora lo fundamental es frenarlos, y hacer comprender al ministro de Industria y Energía, y aunque parezca mentira también de Turismo, de qué vive Baleares y también España; cuál es el sector que en los peores momentos de la crisis ha podido estirar mínimamente del carro, y no solo en esta Comunidad. Recordarle que nos visitan por ese mar azul y su riqueza natural, no por las plataformas.
Otro punto que puede parecer frívolo pero no lo es en absoluto: una legión de celebrities se ha puesto en pie para defender Ibiza (aquí se echa en falta a esos famosos que se declaran enamorados de Menorca). Atención al sector: un tuit de Paris Hilton reconvertida en activista a sus 12,6 millones de seguidores en la red puede ser la campaña de antipromoción más aterradora de los últimos tiempos.