Cuánta verdad anidaba en la "Cita a ciegas" de Ana Haro del martes 21 de enero, cuando con una vehemencia y claridad encomiables denunciaba lo que ya todos sabemos; lo que de tan sabido corre el riesgo de quedar archivado en el cajón de las frustraciones bajo la llave del conformismo; lo que nos debería avergonzar como ciudadanos al haber permitido (patrocinado quizás) durante años un escandalosa farsa en la que interpretamos el papel de burlados.
Los partidos hegemónicos (y sus bisagras y socios) nos han venido tomando el pelo con el enorme desparpajo del que acostumbra tratar con infantes sin criterio, mientras nuestra respuesta ha consistido sistemáticamente en seguir votándoles,felices de prorrogar su carta blanca, lo cual no dice mucho en nuestro favor.
No puedo estar más de acuerdo con Haro cuando sostiene que "es hora de que pasen a la historia como partidos corruptos, casados con cajas de ahorros, bancos, eléctricas, multinacionales y resto de la élite que mueve los hilos pero lejos, muy lejos, de los ciudadanos".
Qué bella carta escribía por otra parte Luis Tejero González, ese mismo día y en este mismo diario, cargada también de cordura y melancolía, explicando cómo sería más que conveniente empezar a reaccionar, como hizo el barrio burgalés cuyo nombre asociamos indistintamente a un famoso explosivo o a un supositorio energizante, dando "un no de hastío a este régimen de la destrucción por construcción en que nos metió en los años 60 la mafia político-empresarial que nos gobierna desde entonces y del que urge salir".
Ahora viene la buena noticia: ¡podemos parar de hacer el canelo! Nuestra dosis homeopática de democracia (ese gesto de votar en una urna) está al caer.
Pregunto. ¿Vamos a dar ya por olvidado el contrato diferido de Barcenas solo porque haya bajado la prima de riesgo, algo que por otra parte ha sucedido en otros PIGS sin que tengamos noticia de que para estos países haya trabajado la milagrosa mano de Mariano, de quién se profetizaba no ha mucho que su sola presencia en la cabecera del consejo de ministros iba a dinamitar la tasa de paro y lanzar al país a la premium class?
Pregunto. ¿Vamos a dar ya por amortizado que Alfredo actuaba como mano derecha de ZP mientras nos hundíamos en el fango sin que ninguno de los dos acertara, no sólo a hacer algo positivo que mejorara la situación, sino, más jodidamente,sin que movieran un dedo por desmantelar la orgía que se corrían las cajas de ahorro y los bancos (entre otros) a nuestra costa?
¿Quién de ustedes cree que el PP, o el PSOE moverán ficha algún día para desterrar la práctica de los indultos injustificables, o rehusarán utilizar al fiscal general del estado para sus propios intereses?
¿Creen que alguno de ellos planea otorgar a sus promesas electorales la categoría de compromiso firme?
¿Cuántas veces tienen que demostrarnos que su palabra no vale nada para que actuemos en consecuencia? ¿Cuántos más insultos a nuestra inteligencia deben pronunciar para que reaccionemos?
Bien. Ahora en Menorca tenemos dos marrones en ciernes que podrían servir para que nuestros gobernantes locales justifiquen que son distintos a los que nos llevan toreando desde tiempo inmemorial.
1.-Si las rotondas son deseadas o no por la mayoría de los habitantes de Menorca (y no es cuestión baladí) se podría conocer con claridad mediante un bello mecanismo utilizado para cuestiones asaz relevantes en países de calidad democrática contrastada: el referéndum vinculante.
2.-Sí nuestros gobernantes insulares quieren demostrarnos que su verdadera prioridad es la defensa de Menorca deberían ser vanguardia en el pollo que imagino montaremos (modelo supositorio explosivo, dosis no homeopática) si los mangoneos de los de siempre intentan precipitar la destrucción de nuestro más preciado patrimonio, esta vez con prospecciones petrolíferas.
Propongo a la sazón dos actividades de orden profiláctico, a saber: dar por una parte una patada en el culo en las europeas a quienes no han parado de chulearnos, mientras exigimos en el ámbito insular una clara actitud de defensa leal de nuestros intereses, ya que los constructores y los petroleros vienen cuidando estupendamente ellos solitos de los suyos.