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En tiempos de crisis es más necesario que nunca la iniciativa individual y el autoconvencimiento de que eso no es final de nada sino el comienzo de nuevas oportunidades. Solo los pusilánimes tienen miedo ante la crisis, solo los pendejos no saben ni quieren encararla para vencerla. Aquí es muy oportuno volver a recordar las conocidas palabras de Einstein: "No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. … la crisis trae progresos… la creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis cuando nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias….Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia… sin crisis no hay méritos……el inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar salidas y soluciones, etc. etc.".

Magníficas y luminosas enseñanzas de un sabio que aseguraba que la única crisis es la tragedia de no luchar para superarla. Quejarse permanentemente es sinónimo de derrota. Bajar la cabeza ante los problemas es el primer paso hacia el fracaso. Ya sabemos que muchos ciudadanos menorquines están hoy desanimados. Sus negocios no les funcionan, muchos están sin trabajo, todos sufren por el futuro de los suyos. Pero no todos se quedan parados poniendo la mano pedigüeña ante el Estado protector sino que algunos luchan denodadamente para poder subsistir por sí mismos. Vemos ejemplos en todos los campos. Pero ciñámonos a uno concreto. El sector de la restauración sufre como pocos la crisis. La gente no acude a restaurantes ni se permite demasiadas alegrías lúdicas. Pero mientras unos solo se quejan, otros se mueven y se reinventan para poder superar las dificultades. Tomemos el ejemplo del Casino de Sant Climent.

Dirigido por tres hermanos es una prueba de que la inventiva y la iniciativa conducen al camino que ayuda a superar la crisis. Si hace ya unos años remodelaron el antiguo establecimiento, ahora, cuando la crisis aprieta, se "estrujan el coco" continuamente para ofrecer a sus clientes atractivas iniciativas que les permitan seguir adelante. En verano siguen organizando los siempre exitosos "martes de jazz" (único lugar en Menorca con banda residente) y este invierno organizan multitud de actos y eventos para atraer a clientes. Desde convocar noches de pinchos a organizar los fines de semana atractivas cenas-concierto, desde tener la habilidad de contratar comidas con grupos de excursionistas hasta animar los aperitivos de los domingos con actuaciones en vivo de todo tipo de música (este último domingo ha sido magnífica la actuación de "Arrels de Menorca" que lograron emocionar a buena parte del público que coreó sus canciones). Un ejemplo de los que se crecen en las dificultades ("com més mar, més vela"), de cómo intentar superar los malos tiempos: esforzándose para ofrecer mejoras que resulten atractivas al público.

Pero frente a estos menorquines "amb empenta", también están los que habitan el lado oscuro de la cosa, los que viven "on the dark side of the road", los clásicos "obstaculizadores". Son los que, inasequibles al desaliento, siempre pretenden detenerlo todo, los que defienden la terrible política del "no a todo". Son los menorquines negativos. Los que creen que pobreza es progreso. Veamos un ejemplo.

Un amigo me comentaba hace unos días esa increíble animadversión que algunos sienten contra cualquier cosa que signifique aportar trabajo y mejoras a la Isla. Me listaba concretamente "ses travetes" que se vienen poniendo al hotel rural que se está construyendo en Torralbenc. A pesar de que se está recuperando una finca abandonada (se han plantado miles de vides) su obsesión les conduce a presentar continuas y continuadas denuncias. Denuncias ideológicas evidentemente. Se les intuye practicando actos de espionaje propios de regímenes totalitarios ("amagats darrere ses mates") para controlar ("xuroiar") las obras que otros se arriesgan a hacer en beneficio de la economía de la Isla.

No aman a nuestra Menorca quienes obstaculizan su desarrollo sino quienes defienden el progreso de sus ciudadanos. Quienes proponen iniciativas económicas para que todos puedan trabajar (no solo los funcionarios). Aman Menorca quienes luchan por superar la terrible crisis que padecemos, no los que con sus conocidos "remucs" ante todo impiden que la Isla salga de su marasmo actual. Sepámoslo.