Se cumple el 90 aniversario de la fundación del club de fútbol mahonés Unión Deportiva Mahón ("la Unió"). En los años punta de la rivalidad futbolística en nuestra ciudad entre el CD Menorca y la UD Mahón, cada una de las respectivas hinchadas tenía sus particulares gritos de apoyo a su equipo. Recuerdo que los partidarios de "l'Unió" solíamos desgañitarnos con el "¡Ánimos, Unión¡" (era a comienzos de los sesenta, esos años en los que al ver a un melenudo en un campo de fútbol también le gritaban aquello tan racial de "¡No et pelis, no!").
Aquella rivalidad entre los dos clubes mahoneses dejaba transmitir, en cierta forma, las preferencias políticas de cada afición. Con excepciones y matices se podía afirmar que la mayoría de los antiguos republicanos, liberales y gentes de izquierda eran partidarios de la Unión, mientras que la gente más inclinada a la derecha era del Menorca. Mi familia siempre fue de "l'Unió". Recuerdo que mi abuelo Juan Gomila Borrás fue un mecenas para el club y mi tío Mario Gomila fue el presidente que traspasó al famoso jugador Boy al RCD Español. La firma de ese traspaso se realizó en el despacho de la fábrica de mi familia.
En Mahón la rivalidad desataba la pasión y la gente vibraba con los partidos Unión-Menorca. Siempre he creído que cuando se convino la fusión entre los dos clubes, Mahón perdió una parte de su impronta social. Mi lado romántico nunca lo aceptó. Pero sí, hubo un tiempo en que la "cosa iba muy grande".
Ahora hay otra cosa que "va muy grande" y es la exigencia del nacionalismo catalán (que no de "los catalanes") de ignorar la Constitución española (que legitima su Generalitat) para permitir la rotura de nuestro país. Tal es la obsesión de esos nacionalistas que incluso han alumbrado a un nuevo mesías. Un nuevo Moisés que pretende conducir a su pueblo a la tierra prometida aunque, esta vez, será imposible abrir las aguas que permitan cruzar el mar democrático, paso necesario para alcanzar Ítaca. "Los sueños, sueños son".
Creo que somos muchos los que no queremos que nos rompan nuestro país. Somos muchos los que consideramos Catalunya también como nuestra tierra, como una parte indisoluble de la personalidad de España, una parte muy querida que para muchos representa y escenifica partes imprescindibles de nuestras vidas. Sí, a mí personalmente no me apetece nada que me destrocen mis referencias vitales ni que me fuercen a volver a utilizar pasaportes (ya tengo suficiente con tener que presentar el certificado de residente). Pero ahora parece que esas peligrosas aventuras pasionales envueltas en banderas defienden intereses personales y muestran, dicen, que el famoso hecho diferencial de algunos está guardado en una caja fuerte suiza.
Sí, esta es una buena ocasión para gritar a favor de la unión de nuestro país, una buen momento para volver a gritar "¡Ánimos!"…. "¡Unión¡".
Notas:
1- Un amigo menorquín, estudiante de Historia en la Universidad de Barcelona, me informa que en su Facultad hay profesores que aceptan (e incentivan) que los trabajos del curso estén redactados en las modalidades lingüísticas de cada una de las islas Baleares (artículos salados, giros específicos, cultismos, etc.). Es evidente que no se podrán conservar sin practicarlos ni utilizarlos normalmente.
2- Aumentar lo anecdótico y disminuir lo importante transpira una sensación de rancia rivalidad. Kane ayudó a modernizar la Isla y a internacionalizarla. Y eso es suficiente para magnificar su obra.
3- Un colegio privado en Menorca puede ser un maravilloso soplo de aire fresco para la Isla.
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