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Las cifras de desempleo correspondientes a septiembre en Menorca dadas a conocer ayer no hacen más que acumular la preocupación y el desaliento sobre la marcha de nuestra economía. La Isla vuelve a liderar la destrucción de puestos de trabajo en Balears. Así, el paro interanual durante el mes pasado aumentó un 5,31 por ciento respecto a 2011, mientras que la media del Archipiélago es de 2,12 puntos. El propio Consell reconocía los malos resultados, aunque lo achacaba en parte a la finalización de la temporada turística. Sería un error caer en un análisis que lo fiara todo a la evolución del sector terciario. Hace unos días, el director del CRE, Antoni Riera, era contundente en este sentido al abogar por una urgente estrategia de transformación regional que redireccione un rumbo económico negativo, y que en el caso menorquín se hace más urgente. Dejando de lado las opiniones de los partidos políticos, habría que escuchar a los empresarios que reclaman reiteradamente medidas efectivas de apoyo a las pymes que son las que conforman el tejido productivo y, que a la postre, son las que mayor empleo generan. A ello habría que sumar el establecimiento de un contexto que facilite a los emprendedores desarrollar nuevos proyectos innovadores.