A veces el problema es sólo no quererlo resolver. A veces basta con admitir el error para salir del fracaso. Pero aquí nadie admite nada, ni pide perdón, y ante el reiterado error, la responsabilidad no hace acto de presencia. Parece ser que el sentido común está fuera de cobertura y reina el despropósito a cada paso. Está claro que caminamos hacia un futuro cada vez más incierto, que cada vez queda más cerca lo difuso, que cada vez nos adentramos más en la incertidumbre. Y es desde la incertidumbre donde brota más la improvisación, y es la improvisación la que acelera las prisas y apaga las luces de acuerdo con la voz interior de los que gobiernan. No se sabe ya si el barco o directamente el naufragio. Ni se sabe si es peor no gritar auxilio o que acudan al rescate. Porque la mano tendida ofreciendo ayuda tiene la forma y tensión de querer agarrar por el cuello.
Un salmón en Leteo
En el efecto de obviar la causa
28/05/12 0:00
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