Tan pronto como nuestro Gobierno central del PP hubo hecho públicos los Presupuestos Generales del Estado de 2012 (PGE12), relincharon los caballos sobre los que cabalgan los mercados y le propinaron tal coz a nuestra deuda soberana que la han puesto en más de 400 puntos básicos de diferencial respecto al bono alemán a 10 años.
Nuestra deuda está absolutamente desbocada, que es lo mismo que decir que la confianza de nuestros acreedores, los dichosos mercados, en la solvencia de España, está a la altura de los cascos de sus caballos. En consecuencia, financiar nuestra deuda soberana se nos encarece tanto más cuanto menos confianza tienen los acreedores en nuestra capacidad de pago. De manera que, de seguir por esta senda, dejarán de financiarnos o exigirán unos intereses que no podremos pagar. Habrá llegado entonces el momento en el que debamos ser intervenidos.
En estas circunstancias llama la atención el estrepitoso fracaso de los objetivos políticos con los que se presentaron los PGE12, pues nos dijo el PP que con ellos íbamos a recuperar la confianza de los mercados en la seriedad y solvencia de España, es decir, que el cumplimiento de los objetivos de déficit y el recorte presupuestario de 27.000 millones de euros, constituían el precio que debíamos pagar para convencer a nuestros acreedores, y por ende, abaratar el coste de nuestra financiación.
A día de hoy hemos cumplido nuestra parte del trato (contundente reducción del déficit, recortes públicos en todos los ámbitos a excepción del militar, y estrangulamiento del crecimiento económico), pero los mercados no cumplen con la suya, según nos dijo el Gobierno del PP que cumplirían, pues no nos otorgan su confianza.
Pero ¿cómo pretendemos ganar la confianza de un acreedor al que le constatamos que no generaremos crecimiento económico con el que poder pagar nuestras deudas?.
Estos presupuestos han espoleado la natural aversión al riesgo del dinero.
¿Qué hacemos ahora, reconsideramos nuestro oferta habida cuenta de que se ha producido un incumplimiento por la otra parte: los mercados? ¿O quizás no hayan incumplido los mercados sino solo se nos hubieran generado falsas expectativas por parte de nuestro Gobierno del PP?
La situación a la que se nos lleva a los ciudadanos es draconiana: damos dolorosamente más de lo que podemos, a cambio de nada. Bueno sí, a cambio de la exigencia que nos espeta el BCE de que nuestra aportación no es suficiente.
Por suerte, nuestro ministro de Economía y Competitividad, el Sr De Guindos, nos ofrece el bálsamo del "mal de muchos consuelo de tontos" y nos dice que el coste de nuestra prima de riesgo tiene que ver con las dudas del crecimiento económico de Europa.
No comprendo cómo se le ocurre al ministro equiparar el problema económico español con el europeo cuyos datos macroeconómicos acreditan profundas divergencias entre España y el resto de Europa.
Tampoco alcanzo a comprender sus declaraciones responsabilizando a la falta de crecimiento económico en Europa como la causa de las dudas de los mercados, pues él mismo ha elaborado unos PGE12 que se caracterizan por eso: por la falta de crecimiento económico!!!!.
En definitiva: nuestro ministro, el Sr De Guindos, elabora unos PGE12 para no crecer económicamente sino para reducir déficit público y conseguir la consolidación fiscal, a sabiendas de que, sin embargo, los mercados no se fían de los países que no sean capaces de crecer.
Afortunadamente, él mismo nos deshace el nudo gordiano presupuestario al declarar que confía en que a medida que los PGE12 se vayan ejecutando, efectivamente se irá recuperando la confianza de los mercados.
O sea, el señor ministro, nos viene a decir que a medida que se constate la efectiva parálisis del crecimiento económico, los mercados dejarán de pensar -como siempre han hecho- que la falta de crecimiento económico es negativo para pensar que es positivo. Olé y olé!!.
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