Es indudable que Juan Roig, presidente de Mercadona, es un empresario de éxito y la razón más convincente al respecto la proporcionan los excelentes resultados económicos que obtuvo este gran grupo agroalimentario durante el ejercicio del pasado año. Roig comunicó recientemente que los beneficios de esta cadena valenciana de supermercados aumentaron un 19 por ciento y alcanzaron los 474 millones de euros. La facturación de Mercadona, con 1.356 supermercados más otros 60 que se inaugurarán a lo largo de este año, se situó en los 16.448 millones de euros (un 7.9 por ciento más que la registrada en 2010), mientras que las ventas se incrementaron un 8 por ciento y se cifraron en 17.831 millones de euros. En el ámbito laboral, Roig destacó que durante 2011 se crearon 6.500 empleos fijos, de modo que la plantilla de la empresa está integrada hoy por 70.000 trabajadores y a los que se sumarán otros 2.000 durante este año. Mercadona, por tanto, marcha viento en popa.
Muchos lectores recordarán que en la rueda de prensa convocada para informar de unos resultados tan extraordinarios, Juan Roig aprovechó para explayarse sobre la situación económica y laboral de España. De sus declaraciones, dos puntos llamaron especialmente la atención y así quedó reflejado en numerosos medios, puntos mediante los cuales quiso subrayar la importancia de la cultura del esfuerzo en el mundo del trabajo. Roig expresó su admiración por los siete mil bazares chinos existentes en nuestro país y no escatimó elogios por "la cultura del esfuerzo que nosotros [los españoles] no hacemos". Por otra parte, el empresario valenciano lamentó que en España "nadie recoge la naranja ni la fresa, todos son extranjeros".
A mí me parece que Juan Roig se ha excedido en estas dos cuestiones. Bien está que abogue por una mayor productividad laboral y sea un firme partidario de la cultura del esfuerzo. Como empresario mantiene una postura coherente, pero, por favor, no cite como ejemplo a quienes trabajan en bazares chinos, con jornadas interminables y con unas condiciones laborales que no pueden calificarse precisamente como ejemplares, es decir, dignas de imitar o reivindicar por parte de los trabajadores españoles. La actual crisis económica, cualquier crisis económica, no puede servir de pretexto empresarial para atropellar la dignidad de los trabajadores, para cargarse sin miramiento alguno unos derechos en cuya conquista ha tenido que lucharse durante demasiados años. Además, si tanta es la admiración de Roig por los bazares chinos, sería pertinente formular esta sencilla pregunta: ¿cuántos trabajadores chinos figuran en la extensa plantilla de Mercadona?
Al día siguiente de la comparecencia informativa, el comentario de Juan Roig sobre la recogida de la fruta tuvo, desde Sevilla, una inmediata respuesta a cargo de Asaja en Andalucía. El presidente de esta organización agraria, Ricardo Serra, indicó, según Europa Press, que el jueves 8 de marzo Mercadona vendía el kilo de mandarinas a 1,69 euros, de los que 0,45 céntimos van a parar al agricultor, unos 0,20 céntimos se destinan al pago del transporte y "todo lo demás es beneficio". Molesto con la "impertinencia" lanzada por el presidente de Mercadona, Serra declaró que no le extraña "que [Roig] escale en la lista Forbes, pero lo hace a costa y con el esfuerzo de los agricultores". Desconozco si ha habido réplica por parte de Roig.
Sobre precios -en origen y finales-, intermediarios y márgenes comerciales podría escribirse largo y tendido. Hace unos años, un buen amigo me sugirió que encargara un reportaje en el que se ofreciera una extensa y detallada información sobre los precios de venta que regían, en unos determinados días, en supermercados y tiendas de ropa de Barcelona y Maó, para proceder al análisis de la consiguiente relación comparativa. El objetivo, claro, era que los lectores –y consumidores– menorquines pudieran comprobar las diferencias de precio en una serie de productos alimenticios y en prendas de vestir.
"Habría mucho que contar en esta materia y no faltarían sin duda unas mayúsculas sorpresas", recuerdo que dijo mi amigo. El reportaje sin embargo no se hizo y desde entonces me lo ha reprochado, con razón, varias veces. Solo quedó anotado en la agenda de temas pendientes y estos días he vuelto a acordarme de la citada propuesta a propósito del precio de las mandarinas y de la cultura del esfuerzo que se practica en los bazares chinos y, por supuesto, también en Mercadona.
Los resultados cosechados en 2011 por esta compañía constituyen la prueba más evidente de la tenacidad y prosperidad que acompañan a Juan Roig. Hay que reconocerle su condición de líder indiscutible en el mundo de las grandes superficies comerciales, aun cuando se discrepe abiertamente sobre buena parte de su visión de la economía y el mercado laboral de nuestro país.
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