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Con el Pati de Sa Lluna se repite una historia ya vivida decenas de veces en los últimos meses. Se para una obra. Se reduce un servicio. Se presenta un ERE. El nuevo gobierno del PP asegura que la medida se adopta porque no hay dinero, la oposición socialista responde que sí hay, que tal convenio lo contempla y que solo hay su cumplimiento. ¿Hay o no hay dinero? Y si no lo hay, ¿dónde ha ido? ¿Hasta qué punto es exigible que un convenio de este tipo se cumpla en tiempo y forma? El ciudadano medio lo tiene crudo a la hora de formarse una opinión. Poco puede hacer más que un acto de fe y alinearse con una de las dos opciones políticas que se dibujan ante cada recorte, proyecto fallido o despido de trabajadores. Lo que sí queda claro, como se lamentaba hace poco el alcalde Francesc Ametller, es que si todo lo que adeuda el Govern a Consell y ayuntamientos se saldara, la actividad pública insular podría solucionar buena parte de sus problemas económicos. Pero el Govern sigue en la más absoluta de las parálisis en todo lo que no es gasto corriente básico. ¿Sobreactua? ¿Extrema el celo? ¿Es simplemente responsable y vela por nuestros intereses? Son incógnitas, como incógnita es qué hubiera sucedido con todos estos proyectos si el PP no hubiera ganado las elecciones. ¿El PSOE hubiera seguido invirtiendo como si nada o se habría sometido también a la tiranía de la reducción del déficit? Misterios sin resolver, por siempre jamás.