En mi último artículo sobre Irán, mencioné los esfuerzos que aquel país esta desarrollando para ejercitar su dominio estratégico desde el Afganistán occidental hasta el propio Mediterráneo, recordando las opciones disponibles para EE.UU. y las otras potencias de nuestro entorno. La finalidad de dichas opciones por parte de EE.UU. tiene dos vertientes: intentar paralizar la influencia iraní en Siria y entablar negociaciones con el régimen de los Ayatolás.
En la última semana, las fuerzas anti régimen de Siria se han hecho con el control de la ciudad de Zabadini en el suroeste, de momento sin importancia estratégica pero que podría tener un importante significado en un futuro próximo. Sin embargo, las fuerzas leales al presidente Bashar Al Assad podrían recuperar fácilmente dicha ciudad y se nota que, actualmente, las incursiones rebeldes no demuestran una auténtica efectividad y sin una consolidación de los territorios ocupados las fuerzas insurgentes no pueden valorarse por obtener un significante hito estratégico. Sin embargo, el hecho de mantenerse en la ciudad debilita la credibilidad estratégica del presidente Al Assad y allana el terreno para una eventual incursión exterior al estilo libio.
Para Teherán, la posibilidad de la derrota del presidente sirio augura la inquietud de no poder realizar su esfera de influencia sin por tanto disminuir su control en la región mientras puede mantener una hegemónica posición en Irak.
Es obvio que es precisamente este contexto el que facilitará entablar conversaciones entre los dos principales beligerantes, Irán y EE.UU. Se ha confirmado que el presidente Obama advirtió al Líder Supremo de la Revolución iraní, el Ayatollah Ali Khamenei, del riesgo que resultaría de cerrar el Estrecho de Ormuz, pero también incluyó en su misiva una abierta invitación al diálogo mutuo.
El viernes pasado, la secretaria de Estado de los EE.UU., Hillary Clinton, declaró al Secretario de Estado alemán: "No buscamos un conflicto. Creemos verdaderamente que el pueblo iraní se merece un futuro mejor y pueden tener este futuro donde el país puede ser reintegrado en la comunidad global… cuando su gobierno desistirá definitivamente de su anhelo de alcanzar un poderío militar nuclear".
Personalmente, no veo factible el empleo nuclear como una opción militar iraní pero sí como fuerza disuasoria. Por ejemplo, la tan anunciada destrucción de Israel por parte del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, produciría en represalias una devastadora aniquilación de Irán. En mi opinión, lo que quieren es animar la perspectiva de alcanzar un poderío nuclear, no para utilizarlo realmente pero sí para coaccionar sus rivales en las mesas de negociaciones. De momento lo están consiguiendo. Entre tanto, los EE.UU. presionan para que Irán no alcance cualquiera noción nuclear para uso militar y más importante, lo he dicho anteriormente, evitar que Irán obtenga una fuerza convencional dominante en la región cuya finalidad resultaría, principalmente, en debilitar el régimen saudí. He recordado, también, que los EE.UU. han asegurado durante décadas el flujo normal de crudo en el golfo pérsico, no precisamente para su propia utilidad sino para el mundo industrial occidental. Ciertamente, la expansión de Irán en la región esta creando un riesgo de conflicto armado con el país más poderoso del mundo y sus amenazas de cerrar el Estrecho de Ormuz incrementa notablemente la confrontación bélica. EE.UU. no esta dispuesta de aceptar la interrupción del tráfico de crudo en el Golfo Pérsico, como ocurrió en 1973, e Irán no quiere cesar en su anhelo de extender su influencia en la región. EE.UU. tampoco esta dispuesto en abdicar su hegemonía en la región, so pretexto de garantizar en Oriente Medio la seguridad del mundo árabe productor de una apreciable comodidad. De momento, los EE.UU. no quieren intervenir en la región, pero tampoco quieren una interrupción del tráfico de crudo hacía el mundo industrial, y más importante todavía, no quieren una expansión del poderío militar iraní. Alcanzar estos objetivos por parte de EE.UU. es factible, pero sembrado de críticos escollos.
En el lado opuesto, Irán persiga su perenne lucha para propiciar la desaparición de la presencia estadounidense en el Golfo Pérsico, disminuir la influencia saudí y así evitar una eventual amenaza a su propia seguridad. Finalmente, Irán pretende reestructurar la producción de la riqueza petrolera en la región y beneficiarse de los inmensos recursos financieros disponibles en el Golfo Pérsico. Su principal problema es asegurar su seguridad contra los EE.UU. y poder vender su crudo a un mejor precio que se le paga actualmente. En contra partida, el último interés de los EE.UU. reside en obtener crudo a un precio razonable sin tener que afrontar una aventura bélica para conseguirlo. Recordaré la conferencia de prense del actual inquilino del Pentágono, Leon Panetta, quien ha anunciado una substancial reducción de las fuerzas armadas americana y una disminución del presupuesto militar. Subsiste la preocupación principal en el campo estadounidense referente a la solución del dilema iraní, sin embargo he de notar que en el contexto descrito en mi disertación la posición de los dos campos, aunque conflictiva, es comparable. Constatamos que ambas naciones persigan un objetivo disimilar pero no tan distante como parece y en el análisis final será el diálogo que regirá en la solución del problema EE.UU./Irán.
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