Llega la Navidad con algo de retraso y menos fuerza y se afronta con menos ganas que otras veces, seguramente porque con menos capacidad participativa que antes; incrementan las ofertas pero baja a la vez y a la par la demanda, caen los precios y descienden las ventas, se llenan los escaparates de reclamos, oportunidades y descuentos pero no se vacían los almacenes, tampoco las tiendas, muy concurridas pero con mucha gente de paso, con más nostalgia que ansia. Los tiempos han cambiado. La noche enciende las luces de numerosos y variados adornos navideños que no logran, sin embargo, ensombrecer, ni disimular, una oscuridad que cae impasible sobre cada ciudad, apagándolas todas a distintos ritmos de colapso. Llega la Navidad, año a año más floja o más fingida, con menos inercia o sentido, al menos esa Navidad tal vez ajena, o por lo menos y en principio de fuera , aunque luego nuestra, y que es símbolo y exaltación del capitalismo, las fiestas del consumo, por así decirlo, del gasto desmedido y sobre todo a crédito, que tan bien hemos importado.
Un salmón en Leteo
Sin blanca Navidad
26/12/11 0:00
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