Sólo desde una descomunal misoginia, desde el machismo más contumaz, o desde una profunda estulticia, puede dictarse una sentencia como la que el juez Juan del Olmo, de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Murcia, ha emitido contra un individuo que avisó a su hijo de que la "zorra" de su madre -o sea, su mujer- acabaría en una caja de pino.
El muy porfiado juez del Olmo anula la condena al susodicho individuo, apreciando que no existía en su comportamiento un ánimo machista, y que al llamar "zorra" a su mujer no la estaba insultando sino calificándola de astuta. Bravo, señor juez, eso sí que es sacar las cosas de contexto.
Por todo ello, deberíamos deducir que el juez no actuó por estulticia -cosa que ya sería grave en un juez, supuesto pilar del Estado de Derecho- que lo hizo, sin duda, por misoginia o por machismo. Porque, al escudriñar en las sentencias de esa Sala Tercera de la Audiencia Provincial de Murcia, donde trabaja del Olmo, como ayer lo hizo el diario El País, aparecen revocadas más de quince condenas por maltrato de género, aplicando de forma o bien absurda o bien torticera (nos inclinamos por lo segundo) jurisprudencia del Tribunal Supremo.
Desde una paliza en plena calle que se saldó con una multa de 90 euros, hasta una amenaza de muerte que aún salió más barata, 20 euros, los ponentes de estas y otras sentencias similares, bien revocatorias de condenas o bien absolutorias, las razonan en que para que se aplique la Ley de Violencia de Género tiene que haber un componente machista probado, es decir de dominación o subyugación. ¿Y cómo se demuestra ese componente machista? ¿Necesita de una explicitación por parte del varón agresor en la que afirme algo como que "te maltrato o te amenazo porque soy un hombre y tu una mujer?
En casos como estos, el poder judicial debería actuar con contundencia, castigando severamente a unos jueces que actúan en contra de un colectivo, como es el de las mujeres maltratadas, al que deberían proteger.
Dice Gabriela Bravo, portavoz del Consejo Superior del Poder Judicial, que "ni esta ni cualquier otra resolución judicial pueden poner en tela de juicio el esfuerzo encomiable que el poder judicial y el Consejo están realizando con esta lacra". Perfecto señora Bravo, pues menos frases grandilocuentes y actúen ustedes en consecuencia.
Y con respecto al juez del Olmo, no cabe la menor duda de que ha actuado como un auténtico cabrón, eso sí, con pintas.
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