Esperanza Aguirre, que no parece atesorar en su persona una educación excelente, tiene, en cambio, grandes ideas sobre la educación excelente. Bueno, en realidad sólo tiene una, la de crear una especie de reserva apache con los bachilleres que sacan buenas notas, a fin de proporcionarles una educación "superior". Como esta mujer es así, no se da cuenta de que a quienes habría que servirles una educación mejor, de mayor calidad y empaque, es precisamente a los otros, a los que andan renqueando y suspendiendo por los áridos territorios de un Bachillerato donde no hallan gran cosa que estimule su voluntad de saber.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, esa comunidad que se parece tanto a nosotros porque está "sin un puto duro" (sic), ha debido oír algo de la superdotación intelectual, y hasta es posible que alguien le haya hablado del Instituto de Selección Escolar que creó la II República para atender y aprovechar para la Nación el talento de los hijos de los trabajadores, de la gente humilde sin recursos, ofreciéndoles lo que los superdotados necesitan no tanto para forrarse a conocimientos como para no aburrirse en las aulas, pues, como se sabe, entre los muy inteligentes es el aburrimiento la principal causa de su extendido fracaso escolar. Pero como la señora Aguirre no se ha tomado la molestia de profundizar en sus someras ideas, y es, encima, una persona de ocurrencias, ha tenido la de la creación de esa especie de reducto exclusivo, guay, para pobres, con el probable fin de ahormarles a la clase dirigente, no muy sobrada en España, como nadie ignora, de talentos. Ni que decir tiene que los potenciales abducidos, los empollones y los despejados, no quieren saber nada de abandonar sus institutos, a sus compañeros, a sus amigos y, en general, a cuanto, poco o mucho, mal o bien, les constituye.
Entre la política educativa del PSOE, basada en la empobrecedora idea de la igualación por abajo, y esta de Aguirre y del PP que pretende desigualar por arriba, uno no sabe, la verdad, con cual quedarse. O sí, con ninguna de las dos, porque en ambas y en su alternancia se encuentra la clave del monumental fracaso, en todos los sentidos, de la Educación en España.
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