Lo que le acaba de pasar al partido socialista en las urnas del 22-M debe ser un serio aviso a los que van por ahí haciendo una política tan alejada del pueblo por quien dicen que trabajan. Incluso IU, que en un principio estuvieron dispuestos a dejar a los socialistas sin 60 alcaldías, parece que finalmente sólo han sido unas 40 que han ido a parar al PP. Pero lo más sangrante para la izquierda ha sido lo de Extremadura. Muy mal y muy hartos deben estar los de IU para que incluso prefieran al PP que a los socialistas. Por cierto, el señor Lara, don Cayo, secretario general de Izquierda Unida, debería dimitir para hacerse un favor a sí mismo, pues cuando ni siquiera las bases le hacen caso, uno se pregunta qué pinta un secretario general porque el caso es que está desautorizado ante su propio partido. Y lo que tampoco es mejor, desprestigiado ante los demás.
Lo que le quede de estar en el gobierno al PSOE, va a ser ir de un sobresalto grande a otro mayor. No hay más que mirar cómo está el entorno político y social. Una economía hostigada por la bancarrota anunciada de Grecia, que podría, si al final no tienen quien les socorra, arrastrar en su caída a Italia. Portugal ya está como está e Islandia, también. Una metástasis que está quebrando empresas, familias, países y gobiernos. Los que saben algo de estas cosas, han vaticinado estos días que incluso Bélgica podría ser alcanzada por una situación que se está mostrando insostenible. Detrás, como ustedes comprenderán, está la moneda única, el euro, que hace un par de semanas o tres ya les decía yo que cualquier día podría saltar por los aires porque presumiblemente va a ser quien va a pagar el pato de unas políticas equivocadas. Socorrer a Islandia, Grecia, Portugal, ahora otra vez a Grecia, teniendo además a otros países cercanos a esa situación, puede que no sea otra cosa que agigantar una descomunal bola de nieve que puede acabar arrastrando la moneda única. A toda esa pesadilla financiera hay que añadir la inestabilidad política que esta situación genera, con gobiernos que dimiten y con otros muy mermados de confianza en su propio entorno, caso de Alemania, que están hartos de pagar más que los demás para que el gobierno ateniense, por ejemplo, no tenga que empeñar hasta el Partenón. Toda esta situación económica, social y política, francamente degradada, es como dicen por estos lares "cuando no hay harina, todo es mohína".
El gobierno del PSOE debe prestar atención a las manifestaciones del 15-M y 19-J. Ni siquiera los sindicatos poniendo autocares y predicando y predicando y predicando a sus afiliados, podrían haber agavillado el volumen de personal que juntaron el domingo 19-J los indignados en 50 capitales españolas, los que algunos, indolentemente, les llaman "perros-flautas". Más vale que los políticos, también los del PP, por supuesto, no echen en saco roto este tipo de situaciones. Me recuerdo de cuando el diluvio universal, que algunos que estábamos por allí nos decíamos que aquello iban a ser cuatro gotas, y luego se lió la que se lió, vamos que cayó la del pulpo.
El PP, ya digo, puede ir también palpándose la camisa. Fíjense, un suponer, si a los indignados se les unen los 5 millones de parados, que muy a su pesar están sin querer estar mano sobre mano, hartos de ese hartazgo que supone no poder llevar un jornal a casa, hartos de ver cómo no les pasa nada a los que han generado esta situación. Sólo los que de alguna manera tienen su parte de culpa en no haber gestionado a tiempo la crisis lo estarán pagando en las urnas. En Portugal, más pronto que tarde en Grecia, y en España de manera contundente. Qué envidia ver a Islandia que ha plantado cara a los que los han llevado a la situación en la que se encuentran. ¡Ah! Ahora que caigo, es que aquí estas cosas no las contempla el código penal. O quizás sea que entre bomberos "no vamos a pisarnos la manguera". Quizá por eso tenemos un país al que se le están llenando las calles y las plazas de indignados.
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