Francisco Caules Sintes
La prensa tailandesa de Bangkok está dedicando mucha atención a lo que para Tailandia es un problema geográficamente muy lejano.
El caso de los pepinos españoles ha provocado en los periódicos de lengua inglesa de Bangkok una curiosidad que ha producido numerosos titulares. "Europa se pasa la pelota con la culpa del E.Coli", "No son los pepinos españoles los causantes de las muertes", "La epidemia de E.Coli no amenaza Tailandia", "Epidemia de E.Coli en Europa".
Aquí no se han importado nunca pepinos españoles, sospechosos en principio de 33 muertes y 3.000 afectados hasta hoy. No se importa verdura de Europa, solo manzanas, peras o cerezas, que aquí son frutos exóticos. Por ello las autoridades sanitarias dan escasa importancia al posible impacto de la epidemia de intoxicaciones alimentarias por el bacilo E.Coli. La Asociación Tailandesa de Agencias de Viajes ha manifestado que la contaminación de verduras con E.Coli no tiene porque preocupar a los turistas tailandeses que viajen a Europa. No se han producido cancelaciones de excursiones hacia destinos europeos.
El Ministerio de Salud recuerda al público la conveniencia de comer alimentos bien cocinados, no crudos, y lavarse bien las manos después de ir al lavabo. Esta última advertencia está especialmente dirigida a la población rural que utiliza la mano izquierda y agua en lugar del papel higiénico después de defecar. La derecha es la que utilizan para comer.
El Departamentos de Control de Enfermedades está en alerta siguiendo las recomendaciones que la OMS y ha dado instrucciones a todos sus miembros para que comuniquen y localicen los nuevos casos.
Por cuanto antecede este país sigue consumiendo diariamente grandes cantidades de los deliciosos pepinos que produce Tailandia y especialmente de los incomparables y tiernos pepinillos blancos que no pueden faltar en la presentación de muchos platos de la renombrada cocina thai. Ni pepinos, ni tomates, ni lechugas faltarán en nuestras ensaladas sin la preocupación por el bacilo productor de fatales diarreas.
Hay un cierto tipo de turista masculino de bajo nivel social que también podemos ver en Salou o paseando por Lloret de Mar, adornado su cuerpo con piercings, pendientes y, cómo no, tatuajes más o menos aparatosos. Desde los pequeños tatuajes en los brazos hasta cuerpos totalmente cubiertos con los indelebles y caprichosos dibujos. Los podemos ver por las calles de Phuket o de Pataya, con su botella de cerveza en la mano como orgullosos colonizadores de un país más o menos tercermundista.
Contra este tipo de visitante ha reaccionado el Ministro de Información. Como que los problemas de este país, corrupción generalizada, diferencia abismal entre ricos riquísimos de Bangkok y pobres campesinos del Noreste, prostitución a gogo, drogas sin límite, enfrentamientos casi de guerra civil entre camisas amarillas y camisas rojas, etc., no tienen demasiada importancia. De repente el gobierno ha tomado cartas en un gravísimo problema que puede significar un ataque frontal a la cultura tailandesa. El gravísimo problema es que algunos turistas extranjeros se dejen tatuar en las muchas tiendas que se dedican a ello, tatuajes de figuras religiosas.
Desde siempre los tatuajes, como los amuletos, de tema religioso tienen una larga tradición en el pueblo tailandés. Las autoridades de la turística isla de Phuket temen que su popularización entre los turistas extranjeros sea algo más que una moda. Así el Ministerio de Cultura ha expresado su condena por la creciente costumbre de tatuarse imágenes religiosas en sus cuerpos. Las imágenes de Buda, de Ganesa o del mismo Jesucristo son cada vez más utilizadas, tatuadas en brazos, piernas o en el resto del cuerpo. El Ministro cree que se trata de una moda inapropiada que implica una falta de respeto para la religión. Hasta 500 euros se llegan a pagar por un complejo tatuaje que ocupe toda la espalda hasta allí donde pierde su nombre.
Por todo ello un Subcomité ministerial ordenará a todos los gobernadores provinciales que se prohíba a los extranjeros los tatuajes de símbolos o imágenes de cualquier religión, pero muy especialmente de la budista. La directora del Comité de Cultura Nacional ha también advertido que las personas que comercian con su cuerpo , como las prostitutas o los travestis, hacen perder el respeto a la religión con esta clase tatuajes.
Veremos en qué queda esta campaña ministerial para salvar la religión y la cultura de este sorprendente y hospitalario país donde la gente no ha perdido la sonrisa. Si el lector no tiene en su cuerpo ningún tatuaje de Buda, de Ganesa o de Jesucristo, le recomendamos venga a conocer este fascinante destino turístico al alcance hasta de un mileurista. Tailandia ofrece unas instalaciones hoteleras de gran categoría a menos de la quinta parte de los precios españoles, las playas bordeadas de palmeras con un mar de agua transparente como las calas de Menorca, una cocina que se está extendiendo por todo el mundo por la calidad de sus sabores. Ah! y también miles de templos con un exotismo que seduce y sorprende. Con todo, lo más importante es la cordialidad y la sonrisa de los tailandeses.
Nos veremos en Tailandia. Sawatdi Khap.
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