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Los hoteles sin niños están en auge. La oferta se adapta a la demanda, los empresarios responden a las inquietudes de sus clientes y les aseguran que ningún mocoso les va a estropear la cena con sus berridos. Perfecto, si vende, adelante. Aunque, lo siento, pero no me van a ver por allí. Los niños no me molestan, más bien lo contrario, me encanta estar con mis hijos. Me relaja pasear con los 'peques', que me expliquen lo que han hecho en el colegio o qué juego les gusta. En este nuevo ámbito hotelero, niño se identifica con monotonía, rutina, alboroto, ruido y falta de tranquilidad. La equiparación sin matices de niños y molestia es una falsedad propia de una sociedad con síntomas de haber errado el camino. ¿A qué edad pasa una persona a dejar de ser un incordio? Además, les puedo confeccionar en dos minutos una lista de diez tipos de adulto que molestan en un hotel más que cualquier niño. Pero es que además, en los establecimientos turísticos que, por otro lado y para compensar, se autodefinen como enfocados a las familias con niños resulta que, aleluya, tienen monitores-guardería para que los padres disfruten plenamente de sus vacaciones. Se considera, pues, que con niños esto no es posible. Colegio, abuelos y extraescolares en periodo laboral; hoteles sin niños en vacaciones. Esto es lo que hay, y así nos va.