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Maravillado me ando. Lo juro. Por una vez en mucho tiempo España, y con ella los españolitos, está siendo la envidia de algunos países. Vamos, que hemos aparcado la imagen de paletos y mal educados por un rato (así nos ven desde muy al Norte). El pueblo, que parecía afónico y sumido en un coma profundo absorto de izquierdas, derechas y ambidiestros, parece que ha dicho 'basta' y ha decidido salir a la calle a protagonizar una revuelta, hasta el momento, pacífica en la que no se sabe muy bien qué reclaman (sí, ya me conozco las versiones oficiales, pero bla, bla bla), ni a quién representan (también sé que algunos se consideran apolíticos pero bla, bla, bla) ni lo que van a hacer hoy, jornada de reflexión.

Reconozco que la actitud de las personas de tomar los bártulos, los perros y el ramillete de canciones agitadoras para reunirse al amparo de la Puerta del Sol me ha devuelto algo la ilusión. La fe en que todavía la democracia puede significar que el pueblo manda, aunque cada vez lo tenga más crudo, ha inspirado a más individuos en otros países que, sin tener elecciones el domingo, también han salido a la calle a protestar porque en algún momento del camino la gente dejó de ser importante para los que comandan el mundo. Y porque en cada jardín hay un percal distinto.

Pero bueno, lo que empezó como una tranquila reunión entre un puñado de miles de amigos de Facebook en el centro de Madrid, poco a poco se ha ido interpretando como un movimiento social al que los propios políticos temen. No ha tardado en entrometerse la Junta Electoral, encargada de salvaguardar que se respeten las normas en la batalla hasta el domingo. Luego, que hagan lo que les salgan de las narices, como siempre. Este grupo, variopinto como el que más, alberga desde 'perroflautas' a abuelos encabronados que sí saben lo que costó luchar por un sueño que en su momento se llamaba Democracia y que hoy parece una fulana desdichada. Chapeu.

A lo que iba. Ahora que, en cierto modo, somos la envidia de parte del mundo, no lo estropeemos. Ni los unos ni los otros. Que el argumento está siendo muy bonito hasta el momento. Esperemos que el día transcurra sin más, sin que nadie tenga que correr más de lo necesario y que mañana todos vayamos a votar. Por el bien de doña Democracia y para honrar a los que, en lugar de manifestarse pacíficamente, se hostiaron a diestro y siniestro para que podamos ejercer nuestro derecho.
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dgelabertpetrus@gmail.com