TW
0

A muy grandes rasgos la observación de la realidad puede juzgarse bajo el prisma del objetivismo o del relativismo. El primero cree en una verdad y en la existencia de unos hechos objetivos que no deben ser discutidos ni puestos en duda ya que se supone son valores y verdades universales.

El relativismo, por el contrario, pone en duda esa verdad universal y basa su criterio en la visión personal que cada persona (o grupos de ellas) tenga de aquellos hechos. Los "objetivistas" creen, por ejemplo, que el asesinato es malo en todas las culturas y en cualquier situación ya que creen que las virtudes morales son unas y universales independientemente de las religiones, culturas o filosofías del pensamiento. Creen en hechos objetivos para regular el mundo. Los relativistas, por el contrario, no creen en esa universalidad. Niegan la existencia del bien objetivo. Niegan que una cultura sea mejor que otra y afirman que no existe una moral universal. ¿No es el relativismo en el fondo "una postura cómoda que se acomoda" al interés del momento? Estos días lo vemos con meridiana claridad en la política española.

Consultando al Parlamento (es decir, a los representantes de los españoles) sólo a posteriori y después de vender a Gadaffi 2.000 millones de euros en armas que ahora podrá usar contra los soldados españoles, el peor presidente de gobierno que ha padecido España desde la reinstauración de la democracia en 1975 ha decidido que España entre en guerra con Libia.

Si el PSOE ya nos sorprendió hace años con aquel bucólico e histórico "No a la Otan", que luego mutó en un realista "Sí a la Otan", ahora vemos como las fuertes convicciones antimilitaristas que fueron blandidas por Rodríguez para desertar y abandonar a su suerte en Iraq a los miles de soldados aliados (de más de treinta países) que luchaban por derrocar a un sátrapa asesino, se transforman ahora en entusiasta cooperación con los mismos aliados para lograr un mismo fin (surprise, surprise) en Libia. Es la apoteosis del donde dije digo, digo Diego. Donde antes se defendía el "No a la guerra" ahora se defiende un entusiasta "Sí a la guerra".

Más allá de las medidas burocráticas que no cambian el fin de la iniciativa guerrera (¿necesitó el socialista Solana permiso de la ONU para que le OTAN bombardeara Serbia y Kosovo?), el hecho es que quien se ufanaba de ser un pacifista exquisito (ZP) ahora se nos muestra como un fiero guerrero tipo ! banzai al ataque ¡. Si hace poco tiempo recibía a Gadaffi en Madrid y estrechaba la mano del dictador con una sonrisa de oreja a oreja, ahora, al cabo de pocas lunas, decide ayudar a bombardearle. El relativismo al poder.

Quien ofendió "al amigo americano" con aquella chulería de no querer levantarse al paso de su bandera (la que salvó a Europa de convertirse en una granja nazi, la que normalmente pone los muertos para que todos podamos vivir en libertad) se arrodilla ahora ante los intereses económicos y geoestratégicos de Obama y las demás potencias europeas. Rodríguez ha cambiado las Azores por París. Los mismos perros con distintos collares.

¿Saldrán ahora a la calle los "zejudos" para organizar nuevas manifestaciones contra el asesinato masivo que significa una guerra? ¿Podrán ZP (ese "brand new warrior") y la Chacón, reputada y pacifista y ahora Ministra de la Guerra, volver a explotar la imagen de insobornables pacifistas? ¿Por qué era malo masacrar a los iraquíes y ahora no lo es matar a los libios?. Es la exquisita coherencia socialista. Sí, en esta vida todo es según el color del cristal con que se mira. Para algunos todo es relativismo ¿no?.