Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Comentábamos en nuestro anterior artículo que, ciertamente, el amor, la vida y la muerte son los ejes que vertebran la totalidad de su obra. Y es que, difícilmente, podríamos encontrar otro poeta en el que se aunaran tanto vida y obra. "Hablo, y el corazón me sale en el aliento…" afirma en una ocasión.
Tras la publicación de su primer libro Perito en lunas (1933), Miguel fue publicando diversos poemas en la revista literaria El Gallo Crisis, de Orihuela, de clara filiación católica y cuyo principal responsable era Ramón Sijé, su mentor y amigo del alma. De entre ellos, destacamos El silbo de afirmación en la aldea (1935), un poema que revela claramente el momento que vive el poeta, indeciso entre dos mundos que se contraponen. En él, todavía, se aprecia su preferencia por la vida remansada, pura y sencilla del campo frente a la vorágine de la ciudad: Alto soy de mirar a las palmeras,/rudo de convivir en las montañas…/Yo me vi bajo y blando en las aceras/de una ciudad espléndida de arañas./Difíciles barrancos de escaleras,/calladas cataratas de ascensores,/¡ qué impresión de vacío!,/ocupaban el puesto de mis flores,/los aires de mis aires y mi río/(…) . Sin embargo Miguel era consciente que la ciudad significaba también las ideas políticas y artísticas progresistas frente a la aldea-Orihuela- y sus ideales conservadores de renovación católica. La evidente incompatibilidad entre ambas opciones y las circunstancias que rodearon su vida propiciaron una inevitable ruptura de aquella visión tan bucólica e idílica de la aldea.
El poemario El silbo vulnerado recoge el conjunto de sonetos que no tuvieron cabida en su obra posterior El rayo que no cesa(1936). En ellos puede percibirse una gradual evolución que pasa de la visión católica del instinto amoroso como tentación carnal a la percepción del mismo como una visión plenamente humana , un ímpetu vital consustancial a la vida. Miguel es, sin duda, el poeta del amor total: la mujer, el hijo, los amigos, las cosas, la vida, su pueblo. Su Cancionero y romancero de ausencias(1938-41) concluye un breve, pero intenso periodo de vida hecha poesía enamorada. Es el suyo un amor transido de dolor, en el que se intuye el trágico destino que, inexorablemente, acompaña la existencia : pena es mi paz y pena mi batalla,/perro que ni me deja ni se calla,/siempre a su dueño fiel, pero importuno./(…) No podrá con la pena mi persona/circundada de penas y de cardos…/¡Cuánto penar para morirse uno!. Pero, a su vez, el amor es la única fuerza que puede salvarle de la destrucción: Nadie me salvará de este naufragio/si no es tu amor, la tabla que procuro,/si no es tu voz, el norte que pretendo./ Inevitable el recuerdo de aquel poema de Quevedo en el que el poeta barroco proclama su fe en que el amor le perpetuará más allá de la muerte: Alma, a quien todo un dios prisión ha sido,/(…)su cuerpo dejará, no su cuidado;/serán ceniza, más tendrán sentido,/polvo serán, mas polvo enamorado./
Viento del pueblo(1937), El hombre acecha(1938) y el citado Cancionero y romancero de ausencias(1938-41) corresponden a los años más duros de su vida. Es tiempo de destrucción, de odio fratricida, de separaciones lacerantes, de muerte y desolación, de privaciones. Sin embargo, a pesar de tanto horror, gracias a su vitalismo, prevalecerá el amor, herido pero inmortal, sobre la muerte. Y cuando más irresistible se torna la penuria de una cárcel ignominiosa: Mírame aquí encadenado,/escupido, sin calor/a los pies de la tiniebla/más súbita, más feroz,/comiendo pan y cuchillo/ y a veces cuchillo solo(…), el amor, una vez más, obra el prodigio: (…)No, no hay cárcel para el hombre./No podrán atarme, no./¿Quién encierra una sonrisa?/¿Quién amuralla una voz?/ A lo lejos tú, más sola/que la muerte, la una y yo./ A lo lejos tú, sintiendo/en tus brazos mi prisión,/en tus brazos donde late/ la libertad de los dos./Libre soy, siénteme libre./Sólo por amor./
La violencia fratricida de la guerra civil le inspiró su Viento del pueblo. La miseria y el dolor estremecen su corazón, que ahora se expresa con acento impetuoso e imprecatorio. Son versos para ser recitados en la retaguardia y en las trincheras. En ellos se aprecia la amenaza constante de la muerte, que se palpa a cada instante: Aquí estoy para vivir/mientras el alma me suene,/y aquí estoy para morir,/cuando la hora me llegue,/en los veneros del pueblo/desde ahora y desde siempre./Varios tragos es la vida/ y un solo trago la muerte./ Versos, cada vez más directos y conmovedores, que son expresión del llanto colectivo. Todavía hay en ellos, sin embargo, lugar para la exaltación y el aliento, la fe y la esperanza del hombre, del esposo soldado: Espejo de mi carne, sustento de mis alas,/te doy vida en la muerte que me dan y no tomo./Mujer,mujer, te quiero cercado por las balas/ansiado por el plomo/, rotunda afirmación de la vida sobre la muerte, gracias al amor, que se prolonga en el futuro, en el hijo esperado y en el mundo que le acogerá: (…) Para el hijo será la paz que estoy forjando…
Cuando más arrecia el furor de la tragedia, de la angustia que le envuelve, del dolor insufrible nace El hombre acecha, dedicado a Pablo Neruda, su veintena de poemas manifiestan ya, ahora sí, la cara de la desolación y la derrota: Hoy el amor es muerte/y el hombre acecha al hombre o también: (…) A desollar te vienen lobos y águilas/ que han envidiado siempre tu hermosura de pueblo/ Poemas espeluznantes como El tren de los heridos, Las cárceles o El herido muestran el avance incontenible de la noche, los cerrojos, las cadenas, el pozo sin remedio.
Pero la palabra es aún signo de resistencia, aliento incontenible del que no quiere sucumbir. Así lo vemos en el poema El herido, en cuya segunda parte dice el poeta:
Para la libertad sangro, lucho, pervivo./Para la libertad, mis ojos y mis manos,/como un árbol carnal, generoso y cautivo,/doy a los cirujanos./(…) Retoñarán aladas de savia sin otoño/reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida./Porque soy como el árbol talado, que retoño:/porque aún tengo la vida./ En su Cancionero y romancero de ausencias y en sus últimos poemas se reflejan sus penurias y su lúgubre peregrinaje por distintas cárceles españolas. Su soledad y su tormento se manifiestan con un patetismo estremecedor. Sólo la ternura del amor llena sus horas tristes. Rara vez el desaliento parece vencerle, a pesar de que no logra olvidarse de la guerra y sus funestas consecuencias, de la sangre derramada, obsesión que le tortura interiormente. Atónito, llega a preguntarse: ¿Qué hice para que pusieran/ a mi vida tanta cárcel?/
El amor por la esposa y el hijo vuelven a unirse en Hijo de la luz y de la sombra, precioso tríptico poemático, quizás uno de los más bellos de aquellos años sombríos, en el que el poeta vuelca la luz de la solidaridad y de la fraternidad humanas: No te quiero a ti sola: te quiero en tu ascendencia/y en cuanto de tu vientre descenderá mañana./Porque la especie humana me ha dado por herencia/la familia del hijo será la especie humana./
¡Qué lástima de muerte tan temprana¡. Una muerte a destiempo, que le privó de demostrarnos lo mucho que habría podido aportar en plena madurez y en plena libertad. Con todo, la hermosa obra que nos ha legado nos permite seguir gozando, para siempre, de una de las voces poéticas más auténticas y sensibles de su tiempo. Y, aunque, sin duda, la conmemoración del centenario de su nacimiento ha implicado la realización de una infinidad de actividades culturales en su memoria (conferencias, talleres poéticos, lecturas de sus obras, etc.), creemos que el evento bien merecía una mayor atención y una mayor repercusión en el panorama cultural español. Quizás haya sido el cantautor Joan Manuel Serrat, quien, con la edición de su último CD Hijo de la luz y de la sombra y los correspondientes recitales con los que ha recorrido buena parte de la geografía española, más ha contribuido a divulgar y homenajear su obra y su memoria. Junto con el álbum publicado se incluyen diecisiete cortometrajes. Cada uno de ellos ha sido dirigido por algunos de los directores de cine españoles más destacados (Gutiérrez Aragón, José Luis Garci, Imanol Uribe, Gómez Pereira, Bigas Luna, David Trueba, Pere Poratbella, Isabel Cotxet,etc.) La 2 de Televisión española inició el pasado lunes, 7 de febrero, este ciclo de cortos con el primero de ellos, dedicado a la Canción del esposo soldado y que tendrá continuidad uno cada día, de lunes a viernes, a las 21 horas hasta completar la totalidad de un trabajo que reúne poesía, música e imagen y que permite acercarse, desde otra perspectiva, a la vida y obra del poeta oriolano.
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