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Hace unos días hemos sabido que Europa ampara a Mahón, a su conocida ginebra y a su tradición. Así, y más allá de las ya habituales advertencias y tutelas económicas que el viejo continente dicta al alumno Rodríguez, cuyas consecuencias sufrimos todos los españoles por mor de su desidia e incompetencia, los menorquines vemos ahora como lo dictaminado por Europa sirve para algo que nos afecta a nosotros en concreto. El Govern catalano-balear de Jaume Matas de 1997 intentó "baratar" lo que la tradición había asentado, y el vicio de lo políticamente correcto le llevó a dictar la sustitución de la denominación "Gin de Mahón" ("es gin de Mahó de tota sa vida") por un generalista "gin de Menorca". Trece años más tarde de aquel atropello, la Unión Europea ha tumbado aquel primer "mahonicidio" perpetrado, aquella vez, por las huestes populares. El definitivo vendría años más tarde.

La introducción de la ginebra en Menorca se remonta a las dominaciones británicas del siglo XVIII. Las principales destilerías que existen o que han existido en la Isla han estado ubicadas en el Puerto de Mahón (el histórico Port-Mahon) que fue sede y base de las escuadras británicas de la época. La famosa y conocida sed perpetua de los marinos británicos aconsejaron la creación de unas destilerías en medio del Mediterráneo que fuesen capaces de apaciguar aquella necesidad física irrefrenable.

Los entendidos distinguen perfectamente entre gin y ginebra. Efectivamente, la menorquina tiene unas características que la distancian y diferencian de las ginebras universales. En las barras de las mejores coctelerías reinan las ginebras "premiun". Se trata de sofisticadas marcas que recogen los sabores más "perfumados y cítricos, con más matices". Son las Hendrick's, Bombay Sapphire, Saffron, Beefeater 24, la americana Nº 204, etc. Pero la menorquina, el gin de Mahón, tiene su propia clientela fiel.
Es sabido que la pasada "Queen Mother" británica (la Reina Madre) se mantenía en alcohol (un pariente del formol) no dejando pasar ni un solo "evening" sin su dosis correspondiente. Aparte de apoyar una arraigada tradición nacional concreta, eso la mantuvo erguida hasta edades longevas.

Un amigo me aseguraba el otro día que para saber beber ginebra hay que saber hablar inglés con fluidez. Inmediatamente intuimos un mal futuro para las jóvenes generaciones de menorquines adoctrinados como están en una lengua minoritaria, local y sin mercado. Tras degustar varios tragos de diferentes "premiuns" acordamos seguir luchando para ayudar a solucionar, con el tiempo, esa futura carencia.

Los intentos por despojar a la historia y a la tradición de sus características específicas son constantes en el pensamiento nacionalista. Si no les gusta la realidad histórica, la intentan cambiar y adecuarla a sus interesados preceptos. Y sanseacabó. ¡Per avall Paco!.
Denominar "gin amb llimonada" lo que siempre ha sido una "pallofa" (tamaño medium) adobada con un sucedáneo de limonada auténtica, es una opción comprensible en quienes creen hacer pequeña patria. Pero eso no quita ni discute el origen del brebaje en cuestión.

Tampoco nadie discute que las "Festes de Sant Joan de Ciutadella" son las de la maravillosa ciudad menorquina y de ningún otro sitio. No son las Fiestas de Menorca.
¿Por qué no pedimos a Europa que nos ilumine sobre cuales son los nombres históricos de la ciudad del levante menorquín y nos dejamos ya de monsergas gramaticales chino-catalanistas?