Cuantos hemos estado en contacto con "baixamar" a lo largo de nuestras vidas, tenemos presente la cantidad de hombres que trabajaban en calidad de cargadores, bien sea de barcos, veleros, como portuarios, en las agencias de transportes, en los almacenes de alimentación, sorprendiéndome la antigüedad de la Agrupación de Obreros de carga y descarga y similares del muelle de Mahón, iniciada el 14 de agosto de 1936.
Volviendo atrás las páginas de la historia, encuentro los trabajos que feien a braços y como curiosidad detallar los carruajes con una caballería de 1918, que se encontraban en activo. Por supuesto, si no todos, muchos de ellos debieron cargar y también descargar frente a la harinera del señor Bosch.
Jaime Llabrés Femenías, Cós de Gràcia, 3. Pedro Pons Llabrés, Cifuentes, 2. Jaime Pons Rotger, Ramis. Jaime Mascaró Carreras, Santa Escolástica. Juan Seguí Moll, Castillo, 182. Juan Camps, Castillo ¿?. Rafael Saura Quintana, Plaza Explanada. En la misma plaza, encuentro a Juan Barceló Nin. Jaime Llopis Llabrés, Deyá 11. .José Gomila Petrus, Santa Catalina. José Teixidor Olives, Carretera de San Clemente. Jaime Pons Llabrés. Cifuentes, 1. Pedro Gomila Carreras. Cós de Gràcia, 12. Juan Salord Orfila, Infanta 98. Bartolomé Pons Pons, Carretera San Clemente. Jaime Pons Suaus, Castillo 1. Gabriel Pons Fortuna, Sol 4. Jaime Saura Llabrés, Sol 4 .Todos ellos de Mahón.
Los carros de 2 ruedas y 1 caballo eran conocidos como de acarreo.
Y ya que el tema, está dedicado a la fábrica harinera La Minerva del Andén de Levante, justo es la relación de panaderías y hornos que he podido ir recogiendo, bien en archivos de la Biblioteca Pública, en la Prensa y de viva voz, en tiempos de mis mayores, al dictado de mis padres.
En nuestra ciudad se encontraban infinidad de hornos, conocidos como panaderías. Establecimientos, que amén de vender al público, pan y harina, se dedicaban a cocer los llamados parols i llaunes, que no eran otra cosa que la comida familiar, que bien por comodidad o por no disponer en sus hogares, los confiaban a la esposa del panadero, encontrándolo cocido a punto para servir, al regreso de trabajar.
Uno de los muchos que nuestros mayores frecuentaron y debido a su ubicación fue muy popular. Se trata, de la tahona de Francisco Vidal Anglada, en los años cincuenta fue su propietario Juan Ponseti, al que todos llamaban en Joan del horno. Edificio que fue demolido para edificar un bloque de pisos y sus oficinas correspondientes de la firma Mantolan.
En mi archivo, consta un anuncio del otoño de 1922, de Dº. Paco Vidal, que fue abuelo materno de Juan Sintes, de Hijos de J. Sintes. En el que se detallan los precios que regirían a partir de aquella misma fecha:
Pan de primera: 0´65 pesetas.
Pan de 2ª, trigo de Menorca: 0´60
Pan de barra, el kilo: 0´80
Pan español, el kilo: 0¨80
Barras sueltas: 0´20
Panecillos, el kilo: 0´90
Se servía a domicilio. Otro detalle, que muchos de los lectores recordarán. Sobre el mostrador de todos los hornos, se encontraban las balanzas y una guillotina, debido a que el pan se despachaba a partir del kilo, debiéndose dar el peso exacto, muy al contrario de la actualidad, que lo mismo es excesivamente caro y su peso tan lleuger com una ploma de gallina.
En abril de 1923, los molineros volvieron a elevar los precios de la molienda y acarreos. Debido a la subida de la contribución, rigiendo desde aquella fecha los siguientes precios.
Por moler una cuartera de trigo: 1 peseta.
Por moler una cuartera de trigo y llevarla al domicilio: 1´25
Por moler una cua: 1´-
Por moler una cuartera de cebada y llevarla al domicilio…1´25
Por moler 100 kilos de maíz molido fino: 3´-
Por moler 100 kilos de maíz molido fino y llevarlo al domicilio: 3´25
Por moler 100 kilos de maíz, molido gordo: 2´-
Por moler 100 kilos de maíz, molido gordo y llevarlo al domicilio: 2´25
Los molinos en que regían estos precios eran los siguientes: Bernardo Orfila Pons, San Luis. Fernando Vinent Capó, San Clemente. Diego Triay Seguí, Carretera de Ciudadela. Pedro Timoner Pons, Alayor. Y Antonio Taltavull Ballester, Mahón.
Días después, la prensa de la isla se hizo eco de nuevos anuncios de otros hornos y fabricantes de harinas. En 1923 La Gabeta de Oro, se llamó La Moderna, fábrica de harinas de Rafael Pons Pons, sucesor de Juan Pons Nin, de la calle Santa Ana, esquina con la de San Sebastián de nuestra ciudad. Haciendo saber que compraría partida trigo pagando máximo precio.
Mientras el 19 de septiembre de 1928, llegaron de Barcelona, los veleros Virgen de Montserrat y el María, éste último a motor. Amarrando frente a la fábrica de harinas La Minerva de don Francisco Bosch, descargando doscientas toneladas de trigo de excelente calidad.
En la calle de la Plana, se encontraba el horno La Ceres de Francisco Lozano. Junto al molino, actualmente del GOB, este señor era propietario de un vapor que llevaba el mismo nombre que la panadería. El de las motoras me explicaba que se trataba de una persona muy competitiva, tanto que fue de los primeros en repartir el pan con carretón, tirado por un caballo blanco llamado Palomo.
El primero de julio de 1905, quedó constituido el Gremio de Maestros Panaderos, colectivo que vigilaba atentamente, se despachara el pan con el máximo de higiene, debido peso y elaborado con trigo de calidad.
Seis años más tarde, el 10-10-1911, se constituyó, lo que se conocía como, Obreros Panaderos. Un tercer grupo, era conocido por Panaderos Españoles.
Otro dato, que me ha llamado la atención es el titulado como Elaboración, transporte y venta de pan. La alcaldía de Mahón y para satisfacción del vecindario, llevó a cabo una inspección a los hornos de nuestra ciudad. Una vez realizada, dieron cuenta de que las tahonas visitadas casi todas reunían condiciones de limpieza, disponían la mayoría de ellas de amasadoras y relinadoras mecánicas no habiendo tenido que corregir ninguna deficiencia que pudieran redundar en perjuicio de la salud pública. Lo que sí se estableció, o por lo menos se intentó llevar a cabo sin conseguirlo fue que los panes, a medida que fueran saliendo del horno, fuesen colocados en sendos saquitos de papel limpio no usado, o bien, envolviéndolos en papel que los recubriera por completo.
Otra publicidad, del primero de mayo de 1923, fue la panadería de Francisco Capó, calle Andreu 35 de ésta, con el siguiente comunicado:
El dueño de dicha panadería con motivo de haber contraído el experto y acreditado maestro de artesa don Bartolomé Moya, ha montado la elaboración especial de pan francés, en sus distintas formas, barras, panecillos, etc. Pan madrileño, llonguets y pan catalán.
También elaborará, previo encargo el finísimo pan de Viena, y pan para bodas y formas especiales para bautizos. La elaboración se efectúa con toda pulcritud, aseo y limpieza mecánicamente y se invita al público a que prueben los productos de dicha panadería, en la que hallarán, cuanto menos el distingo de un trabajo exquisito y las manipulaciones de la más perfecta higiene. Los domingos, igual que los días laborables se expenderá pan tierno.
En la calle de Santa Eulalia 7, la panadería de Javier Olives Pascuchi. Pongo en conocimiento del público que me he hecho cargo de este establecimiento sirviéndose a domicilio toda clase de pan. Servicio esmerado.
Junto al mismo, aparecía otro de la panadería La Espiga de Oro de Bartolomé Moya, Prieto y Caules 31.
La confianza y preferencia que mi distinguida clientela me ha dispensado basta para testimoniar las excelentes bondades de mi fabricación en el pan francés, madrileño y los llonguets. Toda la fabricación de La Espiga de Oro es puramente con harinas de superior calidad por ser de una elaboración especial para dicho pan para lo cual no se ha reparado en gasto alguno con objeto de montar una máquina especial para la panificación que sea de perfecta condición higiénica.
Esta es la primera máquina amasadora de cilindros parabólicos con patente número 50.047 y es la única de este sistema instalada en Menorca para la fabricación del pan, de la casa Tuf de Tarrasa.
El objeto que persigue La Espiga de Oro es aumentar en clientela facilitando géneros exquisitamente elaborados y que merezcan la confianza del público.
Uno de los primeros hornos que contabilicé en 1827, se encontraba en la Raval, regentado por Diego Hernández, haciendo las veces de droguería y abacería.
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