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Los verdes han roto la pareja de hecho, el acuerdo de conveniencias, que han mantenido con el PSM durante el último mandato. No han sido muy explícitos y se ignora si ha sido por acuerdo mutuo, por un amor agotado, por celos o por simple deseo de una nueva aventura individual e independiente. El repaso de la experiencia de estos cuatro años arroja un saldo ventajoso para los ecologistas. Les han creado empleo en nombre de la reserva de la biosfera y por primera vez han tocado poder del bueno, si por ello se entiende responsabilidad discreta pero bien pagada. Como socios minoritarios fueron los grandes beneficiarios de una coalición que, a su vez, es la minoría mandona en el gobierno del Consell. Lo más normal es que haya sido el PSM, partido de voto fiel y permanente, quien les ha dado puerta. Los nacionalistas, los que con menos votos más ganan, logran la misma representación con los verdes que sin ellos, el conseller decisivo y los concejales necesarios para estrechar lazos con el PSOE, esa pareja de toda la vida, la que aporta seguridad y permite planes de futuro. Los verdes tienen entre el vecindario a Izquierda Unida, antiguo pretendiente, necesitado de un puñadito de votos para recuperar representación en el Consell. Para no pasar frío, mejor acompañados que solos. ¿Y la ideología? ¡Bah!, eso es como la manta, se comparte.