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Las formas son importantes. Obviarlo es mentir. Los gestos de buena educación, el orden, la limpieza, el decoro y el buen gusto son imprescindibles para que la sociedad sea armónica. No obstante, permanecen aún instaladas entre nosotros algunas imposiciones sociales que son innecesarias. Una de ellas es la tiranía del traje y corbata en un amplio abanico de actos sociales de muy distinta formalidad y en todas las épocas del año. En el Congreso, el ministro Sebastián se las ha tenido de nuevo con el presidente de la Cámara por su decisión de prescindir del lazo al cuello. Bono le exige que recupere la simbólica prenda y que se adapte así al protocolo que merece tan insigne institución. Para conseguir que no sean más las señorías masculinas rebeldes, el presidente del Congreso ordena que el aire acondicionado funcione a toda pastilla, en contra de lo que establece el propio Ministerio de Industria, además del sentido común. Yo me alineo con Sebastián. Ya va siendo hora de que se flexibilicen las vestimentas requeridas para determinadas actividades. En pleno siglo XXI estas tiranías con el vestuario son anacrónicas y prescindibles. ¿Hubiera desentonado Marc Pons con pantalones y polo en la procesión de la Virgen del Carmen del Fornells? No tengan miedo a mostrar su personalidad. Vistan bien y con estilo propio. Como mínimo sudarán menos.