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El arresto del sospechoso de ocho delitos de agresión sexual y una violación pone fin a tres meses de incertidumbre y excepción. La operación constituye un éxito de las fuerzas de seguridad, que merecen el reconocimiento por la resolución de un caso que con sobradas razones había alarmado a una población que disfruta de los índices de inseguridad ciudadana más bajos de España y donde posiblemente jamás se había producido una racha de este tipo de violencia. Si se confirma que el detenido es el autor de los nueve delitos denunciados, la zona del levante insular recuperará la calma y Policía y Guardia Civil ganan crédito por su labor ante los ciudadanos.

La gestión informativa que la autoridad política ha realizado del asunto no desprende las mismas sensaciones. La seguridad ciudadana no se garantiza ni se mejora omitiendo episodios denunciados con el viejo pretexto de no entorpecer la investigación, en esta ocasión había de anteponerse la prevención y la colaboración para resolver un problema cuya falta de información dispara los rumores y aumenta el alarmismo. La seguridad ciudadana ha de concebirse por encima de partidismos, ni es mercancía para el éxito del que gobierna ni para la crítica oportunista del que espera gobernar.