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Una de las mayores desgracias de estos dos últimos años para los españoles ha sido y es que los dos grandes partidos supuestamente nacionales, el PP y el PSOE, hayan asumido como forma natural muchos de los postulados de los nacionalistas.

También que hayan aceptado ya como algo normal el hecho de ceder al continuado chantaje de estos insaciables periféricos por mor de una desfasada Ley Electoral que les aumenta su ficticia representatividad de forma abusiva con respeto a los votos reales que cosechan.

Esta continuada cesión llega ahora a su cenit con la nueva genuflexión del PSOE ante ERC y similares autorizando, los llamados "socialistas obreros y españoles", a que en el Senado se entremezclen las lenguas co-oficiales de algunas regiones (mediante servicio de traducción simultánea) con la lengua constitucional. Dicen que así se reconoce la "pluralidad lingüística" de España. Pero eso es falso. Digámoslo claramente: España no es un país bilingüe ni lo son sus instituciones. Son bilingües algunas de sus regiones donde una cierta parte de la población se expresa en una o en las dos lenguas (o dialectos) que contemplan sus respectivos Estatutos de Autonomía. El Senado forma parte de las Cortes Generales y todos los senadores representan al pueblo español en su conjunto y no sólo a sus electores.

En toda España existe, eso sí, una lengua común que comparten y utilizan todos los ciudadanos españoles (también los senadores) y que según la Constitución tienen "el derecho y el deber de conocer".

Querer convertir al Senado español en algo parecido al "Club de la Comedia" puede ser hilarante antes de pasar a ser ridículo. Ridículo es forzar un distanciamiento y traducirse entre quienes se entienden perfectamente imponiendo intercambios en las veinte posibilidades que emergen de esas traducciones del español al catalán, al vasco, al valenciano, al gallego y de cada una de estas lenguas a todas las demás. Un guirigay. Babel.

También, querer convertir el Senado en algo parecido al Parlamento Europeo es un despropósito que, de todas formas, ayuda a explicar la estupidez en que se desenvuelve la casta política en nuestro país. Cuando los mismos senadores se entienden en la lengua común española en el bar, en las comunicaciones entre ellos, en sus interlocuciones, en sus ligues, etc. ¿a qué viene esta nueva tontería? En una situación de desespero económico con millones de parados, tasas de déficit absurdas, etc. preocuparse por producir un nuevo gasto inútil y convertir el Senado de nuestro país en una Torre de Babel (según nos habla el Apocalipsis) sería patético si no fuese descorazonador. Si exagerar el sentido identitario es caer en el aldeanismo, resaltar las diferencias entre los españoles es una insensatez propia de "salidos históricos" sin ningún sentido común (es oportuno, eso sí por sensato, recordar el lema de UPyD en las pasadas elecciones: "Lo que nos une").

La imagen de una Cámara plagada de auriculares será la prueba final del descarrilamiento de una Democracia que, en manos del insensato mayor del reino, necesita retoques urgentes para detener ya de una vez el proceso de deterioro que afecta al Tribunal Supremo, al Constitucional, al Estado Autonómico, al Senado y por supuesto al conjunto del interés general del Estado.

Prueba táctica: Acabadas las sesiones del Senado, los senadores se quitarán los auriculares y pasarán al bar donde todos se entenderán con todos sin más gilipolladas.