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Comparados con otras instituciones menorquinas, somos unos novatos.

Pero hemos tenido que aprender rápido. Hijos de padres (administraciones) separados, hemos recibido regalos, pero también alguna bofetada a destiempo. Pero en general, el entorno familiar (social) nos ha cuidado bien. Nuestras relaciones con el Ayuntamiento son leales porque -creo- jugamos limpio, con el rumbo claro y determinado por hacer de la Isla del Rey un espacio público privilegiado, un trozo más de  nuestro pueblo.

Hoy tenemos que hacer balance, en momentos económicos de quiebra técnica, pero manteniendo viva la misma ilusión con vistas al futuro. La fuerza de la Asociación / Fundación está en el grupo, en su capacidad de apoyarse, de reanimarse, de amortiguar carencias personales que todos llevamos en la mochila y extraer valores positivos de cada uno de nosotros para sumarlos, integrarlos.

Mirando al pasado, hoy merecen un recuerdo muy especial aquellas personas que creyeron en nosotros allá por 2004. Sin olvidarnos de una desconocida por nosotros arquitecta catalana, alguien dijo que gorda y viejota, que firmaba una carta de apoyo a nuestro proyecto en un medio local, que luego resultó ser nuestra Isabel Espiau, recordamos a D. Segundo Petrus que nos sigue día a día desde su casa, a Pedro's Boat, a Germán Torrent y su llaüt "Picua", al "apoticari" Juan Antonio Seguí, que sigue al pie del cañón a sus ochenta y muchos años, a los Rotarios que reconstruyeron la casa de los barqueros para cobijo de nuestro primer guarda, esta excelente persona que es Rafael Saura; al Dr. Ballesteros que nos abrió vías de financiación en Palma especialmente las del Grupo Serra gracias a quien - D. Pedro y Carmen - disponemos de una magnífica sede en la Isla; a Antonio Palliser, a Santiago Pons Quintana, a la Cámara de Comercio, al Colegio de Ingenieros Técnicos, a dos Cajas, fuertemente imbricadas en nuestra vida, Sa Nostra y la Caixa, a tantas  y tantas personas. Que nadie se sienta ausente si no lo citamos.

La visita de S.M. el Rey el pasado verano significó un espaldarazo moral a los voluntarios que "resistían" los cuatro años de trabajo o que sucesivamente se fueron incorporando. Por supuesto el momento significa un antes y un después. No pudo materializarse este año la visita de S.M. la Reina a la Basílica Paleocristiana. Otra vez será.

Viviendo el presente, luchamos, aprendemos de errores, surcamos como podemos el difícil mar de la burocracia. Suerte, que siempre encontramos a personas que nos comprenden. No es necesario que demos sus nombres. Ellos saben bien cuál es su ayuda, que excede a veces de lo puramente funcional. Hoy forman parte importante de esta celebración.

Con otras administraciones sufrimos más, en cierto sentido - hay que reconocerlo - por nuestra propia incapacidad. No sirve de nada que les digamos que somos "quatre replegats" trabajando a tiempo parcial y de forma altruista. No vende bien hoy en día este concepto.

Viendo el futuro, estamos llenos de ideas y sobre todo de ilusiones.
Hasta llegar a las conmemoraciones del tricentenario de la creación del Hospital Naval Inglés (1711-2011) deberemos tener consolidado el edificio, estar a punto de iniciar los proyectos de restauración y adecuación previstos.

Los primeros pasos comenzarán muy en breve con la recomposición del suministro energético, mediante nueva acometida, gracias al apoyo de Red Eléctrica de España, al que se han sumado GESA y  la Fundación Endesa. También comenzaremos este año la consolidación y reconstrucción del derrumbe NE del edificio que nosotros llamamos "bóveda 16". La ayuda del Govern y de personas nuestras con responsabilidades en él, debe permitir asegurar una zona muy erosionada y de latente peligro.

Cuando esto esté en marcha, nuestros esfuerzos se dirigirán a la celebración de los 300 años desde que comenzó a funcionar aquel sencillo hospital naval de Jennings y a conseguir los fondos para la total rehabilitación de los edificios. Miramos a la UE - de ahí nuestro hermanamiento con Greenwich -, miramos al 1% cultural, miramos a Patrimonio del Estado y miramos a la Demarcación de Costas del Estado. También solicitamos el esfuerzo de nuestros conciudadanos.

Una  campaña de solicitud de pequeñas aportaciones mensuales, trimestrales o anuales está en marcha, con buenos resultados. Necesitamos conocer con cuanto contamos cada mes para gastos corrientes de mantenimiento y para creación de nuevos espacios. Queremos recomponer la sala de autopsias que dedicaremos al cirujano George Cleghorn, el escocés que hizo más de mil disecciones en la Isla entre 1736 y 1749; queremos dedicar una sala a electromedicina ya que contamos con valiosísimo material  de rayos catódicos, de luz de cuarzo y de rayos X; debemos dedicar otro rincón al recuerdo de las corrientes migratorias que utilizaron la Isla del Rey como puente o como punto de partida. No. No nos faltan ideas.

Y sobre la marcha, vendrá el convenio con el prestigioso y consolidado Jardín Botánico de Sóller, los foros, los congresos, los encuentros, las visitas. Vendrá todo lo que nosotros, los ingleses, franceses, hannoverianos, rusos, holandeses e italianos queramos que sea la Isla del Rey.

Porque ésta es un trozo entrañable de todos. Por supuesto también de usted, querido lector.