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Cada vez resulta más complicado para cualquier gobierno en minoría conseguir aprobar unos presupuestos. Las cesiones excesivas a grupos minoritarios con una contraprestación desproporcionada topa con las dificultades para llegar a acuerdos con la oposición. La consecuencia es que han de prorrogarse unos presupuestos que no incorporan las prioridades políticas y sociales de un gobierno responsable. Se puede gobernar con un presupuesto prorrogado. Sucede con demasiada frecuencia, pero no es un sistema recomendable si realmente creemos que las políticas se desarrollan más con números que con palabras.

Esta es la situación que vive Marga Prohens y que ayer se hizo evidente en el Parlament. Ante las exigencias inaceptables de Vox, hoy retirará su proyecto de presupuestos, que serán prorrogados y que intentará aprobar en febrero. La posición extrema de Vox, al cumplir las directrices nacionales de este partido, además de las divisiones internas y cambios de criterio de los seis que quedan en el grupo, le convierten en un socio muy poco fiable. Marga Prohens puede valorar otras opciones, aunque es posible que al final debe decidir si convoca elecciones anticipadas.