Con todo el país en vilo y expectante, y cuando ya se había instalado el pesimismo en el PSOE, Pedro Sánchez protagonizó ayer otro giro en su trayectoria política, llena de golpes de efecto. Seguirá al frente del Ejecutivo de coalición formado por los socialistas y Sumar «con más fuerza si cabe» y el anuncio de una ofensiva «que abra paso a la limpieza». Pero no se acaba de cerrar la incertidumbre de estos cinco días de vértigo con el PSOE sumido en el desconcierto, y toda la agenda política, institucional y mediática de España condicionada a su decisión.
El presidente reiteró que «en política no todo vale» y reclamó una reflexión colectiva para evitar que los bulos dominen la política española. «He decidido seguir. Esta decisión no supone un punto y seguido, es un punto y aparte», proclamó. Ahora Pedro Sánchez debe concretar en qué consiste este «punto y aparte» y esta ofensiva que abra paso a la limpieza.
Lo ocurrido estos cinco días ha sido una sobreactuación del secretario general de los socialistas, que se queda tras manifestar que estaba dispuesto a irse. Pero no lo ha hecho. En una decisión excesivamente personalista, acentuada por declaraciones del ministro de Transportes, Óscar Puente, que lo calificó de «puto amo», el presidente del Gobierno emprende una huida hacia adelante con muchas incógnitas sin resolver.