Con las tropas de Zelenski que retroceden en muchos frentes, la guerra en Ucrania se encuentra en un punto de inflexión que puede marcar el devenir del conflicto. La opción de un choque abierto entre la OTAN y Rusia cobra cada día más forma. Causan enorme preocupación las declaraciones del presidente de la república francesa, Emmanuel Macron, al proponer el envío de tropas de su país a Ucrania.
Putin advierte que será un punto de no retorno, y que las potencias europeas, amparadas por EEUU, irían irremediablemente a una guerra nuclear. No olvidemos que Rusia es el país con mayor arsenal atómico del mundo. Ni en la larga guerra de Vietnam, donde los norteamericanos se fueron desangrando durante diez años, hasta consumar su derrota, los chinos y soviéticos se atrevieron a mandar tropas contra Washington.
Apoyaban con armamento e instructores a sus aliados de Vietnam del Norte, pero no desplegaron unidades de combate. Macron obvia ahora esta doctrina, no sabemos si como estratega. Ante tanta tensión bélica, que cualquier día se le puede ir de las manos a alguno de los países implicados en el conflicto ucraniano, solo cabe abogar por una rebaja de las hostilidades. Desescalar incluso verbalmente, ayudaría a enfriar una alocada carrera que de consumarse llevaría a la destrucción mutua asegurada.