Rusia comunicó ayer al embajador de España, Marcos Gómez, la expulsión inmediata de 27 integrantes de la legación española en Moscú. Medida idéntica a la que tomó el Gobierno español con respecto a la Embajada de Rusia en nuestro país el pasado mes en respuesta a la invasión de Ucrania. Junto con España el régimen de Vladimir Putin también ha expulsado diplomáticos de otros países como Francia, Alemania e Italia que, a su vez, habían vetado la presencia de personal tras la matanza de Bucha.
La prolongación de la guerra con Ucrania confirma los errores de Putin, desde la firmeza de las sanciones de los países occidentales hasta la ampliación de la OTAN con las peticiones de Suecia y Finlandia. El golpe definitivo puede ser el plan de Bruselas para destinar 20.000 millones de euros en alternativas al suministro de gas ruso. Más de tres meses de asedio ha necesitado Rusia para doblegar las tropas ucranianas que defendían Mariúpol y la acería de Azvostal, lo que revela la torpeza del considerado como el segundo ejército más potente del mundo.
La comunidad internacional se niega a retroceder en su apoyo a Ucrania, el bloque que quizá Putin pensaba que se resquebrajaría a medida que avanzara el conflicto. La guerra se prolonga; un drama que no acaba por la megalomanía de un mandatario cada vez más acorralado.