La ofensiva total del presidente de Rusia, Vladimir Putin, confirma su voluntad expansionista sobre Ucrania. El ataque evidencia el fracaso del bloque occidental con sus medidas económicas porque prosigue, imparable, la invasión. El despliegue de las tropas rusas desborda las fuerzas ucranianas, que no pueden contener la agresión. El presidente Volodímir Zelenski se niega a entregar el poder y llama a la resistencia de la población civil.
Putin se burla de Estados Unidos, de la Unión Europea y de la OTAN, consciente de que no entrarán en un conflicto directo por razones políticas –Ucrania no forma parte de la OTAN–, pero también porque las sociedades occidentales están dispuestas a asumir el coste en víctimas mortales de un enfrentamiento bélico. Las sanciones económicas contra Rusia apenas harán mella en la economía de un país con enormes reservas de materias primas.
Ante el abandono de Occidente, a cuyo bloque aspira incorporarse Ucrania, ya sólo queda la respuesta adecuada al aluvión de refugiados que huyen de la guerra y cuyo número puede alcanzar cinco millones de personas. Las imágenes dan el testimonio de situaciones desgarradoras que no se conocían en Europa desde el conflicto de la exYugoslavia, sólo queda confiar que en este terreno los países occidentales no decepcionarán al pueblo ucraniano.