Según las previsiones del Consell, difundidas por su presidenta, Susana Mora, en el pleno del lunes, Menorca tendrá una «buena temporada» el próximo año.
Tras la corta y atípica temporada turística de este año, que arrancó a finales de junio y ha estado lastrada por las restricciones del coronavirus, la actividad turística para el 2022 se circunscribe de abril de octubre.
Ello significa que habrán de transcurrir seis meses -porque en octubre cerraron la mayoría de negocios de alojamiento, restaurantes y comercios- para que Menorca recupere la actividad del que es hoy principal motor de la economía insular. Estas previsiones constatan, una vez más, la acusada estacionalidad de la temporada menorquina, porque muchos negocios esperan a reabrir cuando ya empiezan a llegar visitantes con un volumen suficiente para el funcionamiento de la empresas y mantener los puestos de trabajo. Y después se registra la gran afluencia de los meses punta del verano, que alcanza su punto álgido en agosto. Es un fenómeno se repite desde hace años, que este 2020 ha abierto un debate, aún cuando han venido menos turistas que en años anteriores. Pero no somos capaces de solucionar la estacionalidad.
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