El extesorero del PP, Luis Bárcenas, volvió ayer al banquillo de los acusados por el presunto pago, en dinero negro procedente de la ‘caja B' del partido, de los 880.000 euros que costó la reforma de su sede en la calle Génova de Madrid.
Bárcenas vuelve a poner al Partido Popular contra las cuerdas y lo sitúa frente al espejo de su propia corrupción. El actual líder del PP, Pablo Casado, intenta zafarse de la sombra del pasado al afirmar que «el PP de Bárcenas ya no existe, porque fui elegido para pasar página de cualquier conducta no ejemplar en el partido».
Pero el ministro José Luis Ábalos, secretario de Organización del PSOE, emplaza a Casado a «explicar los ‘tejemanejes' que este PP se trae con su extesorero» y recalca que «no es otro partido, sino el mismo». Para Casado el ‘caso Bárcenas', es una pesada carga que erosiona la credibilidad de la formación que lidera y daña su imagen.
Admitiendo la voluntad de regeneración que proclama Casado, es preciso llegar al fondo de este feo asunto. Ello implica depurar responsabilidades sobre la presunta financiación ilegal del PP entre 1982 y 2009 así como la relación con empresas beneficiarias de importantes adjudicaciones públicas.