La situación de la pandemia en Cataluña es un «riesgo inasumible» y es el argumento de la Generalitat para justificar la nueva fecha de las elecciones autonómicas, el 30 de mayo. Los comicios habían sido convocados para el 14 de febrero. El cambio provoca una auténtica tormenta política con el rechazo del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) al considerar que la decisión no está justificada y perjudicará sus intereses políticos.
El PSC encabezaba hasta ahora las encuestas de intención de voto con la candidatura que encabezará el actual ministro de Sanidad, Salvador Illa. El temor del PSOE de perder la ventaja que le otorgan los sondeos explica su oposición frontal al cambio de fecha. Pedro Sánchez ve una oportunidad única para aprovechar la debilidad del bloque independentista y reconducir el conflicto catalán. A pesar del acuerdo generalizado en el aplazamiento de las elecciones, los socialistas invocan y amagan con recursos técnicos. La cuestión nuclear es que con las elevadísimas tasas de contagio que se registran en Cataluña no es arriesgado tildar de temerario e irresponsable el que no se hubiera modificado la fecha, porque ahora la prioridad no es otra que frenar la pandemia.