El portavoz del comité de enfermedades infecciosas en Balears, Javier Arranz, pronosticó hace una semana que los contagios seguirán subiendo en Mallorca y anunció que «quedan días difíciles». La presidenta Francina Armengol pidió ayer evitar los desplazamientos entre los municipios -medida que afecta al conjunto del archipiélago- a no ser que «sea absolutamente necesario» tras afirmar que «Mallorca está en peligro extremo, porque vivimos una situación terrible».
Todo ello a las puertas de la Navidad, con una tasa de positividad del 9,5 por ciento, casi el doble de lo recomendado por la OMS y un aumento de la presión asistencial sobre el sistema sanitario balear por el incremento de los ingresos hospitalarios. En este contexto, la rápida transmisión de una nueva variante del coronavirus ha obligado a confinar a 20 millones de personas en Inglaterra.
El Gobierno de Pedro Sánchez se sumó ayer, cuando ya lo habían decidido numerosos países, a la cancelación de los vuelos desde el Reino Unido salvo para ciudadanos españoles y residentes, como respuesta a esta nueva cepa, mucho más contagiosa. El Ejecutivo volvió a actuar tarde, cuando varios presidentes autonómicos, y también la oposición, habían reclamado la suspensión de las conexiones aéreas con Inglaterra. Se agudiza la incertidumbre y se agrava la pandemia, con repercusiones sociales y económicas que hoy desconocemos.