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La sesión de control al Gobierno de ayer en el Congreso evidenció la ausencia de base para un gran acuerdo nacional. El tono bronco se impuso en unos momentos en los que la mayoría de la sociedad española reclama unidad y entendimiento a todas las fuerzas políticas para hacer frente a la crisis del covid-19. La distancia del Gobierno, al menos en la proyección mediática, con el principal grupo de la oposición –el PP– es sideral, como corroboraron los reproches continuos que se cruzó Pablo Casado con el presidente Pedro Sánchez. Por contra, en el bloque de la izquierda y el independentismo también son claros los síntomas incipientes de resquebrajamiento.

El Gobierno ha perdido el voto de confianza inicial de la oposición con la aprobación del primer decreto de alarma. Ahora, solo Ciudadanos mantiene su colaboración incondicional a Pedro Sánchez. El resto de partidos –excepto PSOE y Podemos– ya no oculta sus reticencias. Recuperar la sintonía debería ser una tarea prioritaria para todos los líderes políticos españoles, aunque solo sea por atender el sentir mayoritario de los ciudadanos. Los retos sociales y económicos derivados de la pandemia reclaman la mediación y los buenos oficios del Rey, siempre dentro de los márgenes constitucionales, como eje vertebrador de las aspiraciones de una amplia mayoría de los españoles en esta situación de crisis.