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El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, anunció ayer en un acto de la precampaña para las elecciones generales del 10-N la reducción de las peonadas en Andalucía y Extremadura para cobrar el subsidio agrario. Es una de las medidas con las que España pretende reducir el impacto de la subida de aranceles de Estados Unidos a varios productos agroalimentarios de la UE. Lo más llamativo es que las ayudas anunciadas por el candidato Sánchez no se refieren a las empresas, principales perjudicados por las barreras arancelarias que prepara Washington.

No es de recibo aprovechar un acto de partido para anunciar medidas de esa naturaleza, más dirigidas a contentar a la parroquia socialista que a resolver el problema de fondo que deben afrontar los empresarios. El presidente de un Gobierno en funciones no puede actuar con esta frivolidad e incrementar, todavía más, el gasto público, mirando con la vista puesta en las elecciones del 10-N.

Sánchez tiene otras opciones a valorar. La primera, y más sencilla, aligerar las cargas fiscales de las empresas afectadas por la política arancelaria de Estados Unidos. En caso contrario, cae en el electoralismo.