Vaticinar que la economía balear crecerá un 2,1 por ciento el próximo año, como aseguró ayer el conseller de Turismo y Trabajo, Iago Negueruela, constituye un ejercicio de voluntarismo, si tenemos en cuenta las numerosas amenazas que se ciernen sobre sectores estratégicos. En primer lugar, las incógnitas y la inquietud por el impacto del brexit. El motor económico de Europa, Alemania, da síntomas de agotamiento y los destinos competidores de Balears siguen abaratando los precios.
Ante este sombrío panorama el conseller Negueruela opta por lanzar mensajes optimistas y anuncia que el PIB balear crecerá un 1,6 por ciento más que el de la Unión Europea y un 1,9 más que en el resto de España.
Un mensaje ciertamente tranquilizador -una realidad, un pronóstico- que ahora debe confirmar la evolución económica. Lo grave será confundir deseos con realidades, aunque el Govern espera superar las adversidades que se avecinan.
Pero el Ejecutivo que preside Armengol tiene escasa capacidad de maniobra, reducida por la interinidad del Gobierno central. Los presupuestos autonómicos del 2020, que podrían tener cierta incidencia, se ven afectados por esta parálisis política.