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Al firmar, el pasado mes de abril, el decreto de alcaldía que retiró las delegaciones y competencias asignadas a los concejales del PSOE y el PI, se consumó la ruptura en el gobierno municipal de Sant Lluís y Montse Morlà pasó, de facto, a gobernar en minoría. Hasta el final del mandato el gobierno local está formado por la alcaldesa y tres concejales de Volem Sant Lluís, mientras que la oposición municipal integra a nueve ediles, de los que seis pertenecen al PP, dos al PSOE y uno -al PI.

Montse Morlà debe asumir su situación en minoría y respetar las reglas de juego cuando, en el pleno, la mayoría política formada por nueve concejales presenta cuestiones por el procedimiento de urgencia, cuyo debate y votación no puede entor- pecer ni boicotear. Así deben advertirlo los funcionarios.

El descuerdo de la alcaldesa con las propuestas de los partidos de la oposición no justifica que impida el debate sobre su urgencia, y en caso de ser aceptada y después aprobada la iniciativa, procede ser aplicada.

El legítimo juego democrático de mayorías y minorías debe ser aceptado y aplicado también por quien, como es el caso de la alcaldesa Morlà, está gobernando en minoría en Sant Lluís.