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El Impuesto Turístico Sostenible fue creado y presentado por este Govern del Pacte como un instrumento para recaudar fondos destinados a la mejora de los servicios, las infraestructuras y los equipamientos; para reducir los impactos del turismo sobre el medio ambiente; y para mejorar tanto el producto como la oferta de Balears.

La realidad es muy distinta, con proyectos tan sorprendentes como la prometida planta desnitrificadora para Maó, la electrificación del pozo de Biniparratx y las conducciones para la desaladora de Ciutadella. De las inversiones previstas en Menorca con este impuesto, mal llamado ecotasa, la que mayor coste consiste en los terrenos para el Centro de la Mar, presupuestada en 1,6 millones de euros. Lo más grave es que de los 18 proyectos aprobados sólo tres se encuentran en fase de ejecución y la mayoría de las actuaciones carecen de fecha para el inicio de las obras. Ante el silencio del Consell de Menorca, desde la Agencia Balear de Turismo aluden a un difuso «problema jurídico» que retrasa los proyectos municipales presentados por el Consell; un problema que se solucionó el mes pasado. Ineficacia, mala gestión y retrasos que debían evitarse.