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La Casa Real ha dado un significado especial al cincuenta aniversario de don Felipe, que incluyó la imposición del Toisón de Oro a la princesa de Asturias. Cumplir cincuenta años es una fecha trascendente en la vida de cualquier persona. Constituye un momento de inflexión que invita al análisis y la reflexión de lo que acontece en la institución monárquica y en nuestro país.

Don Felipe gestiona el incomparable legado de su padre, don Juan Carlos, protagonista clave de la Transición de España, de la dictadura franquista al actual régimen democrático de derechos y libertades cívicas. El principal valor que encarna don Felipe es el de la modernidad, una generación que ha vivido una España en democracia e integrada en Europa. En estas cinco décadas se ha producido un extraordinario cambio social que ahora el Rey, como jefe del Estado, debe gestionar en el marco de las responsabilidades que le atribuye la Constitución. Porque los tiempos en los que está inmersa España obligan a aplicar nuevos criterios en la gestión del Estado. El inmovilismo no es una herramienta útil para resolver los problemas que exigen flexibilidad y tolerancia y dar respuesta a las exigencias de una ciudadanía poliédrica.