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Las optimistas previsiones económicas del Govern para el próximo año, con un aumento del 3,5 en la evolución del Producto Interior Bruto (PIB), no tienen en cuenta que la salida de la crisis no ha llegado aún a las economías domésticas ni alcanza al bolsillo de los ciudadanos. Los indicadores macroeconómicos no tienen en cuenta que las familias y también muchas pequeñas y medianas empresas apenas perciben la mejoría tras la durísima recesión.

La larga crisis, que arrancó en el segundo septiembre de 2007 y se agudizó a partir de 2008, se ha llevado por delante muchas pymes, ha provocado recortes y ha exigido grandes esfuerzos, tanto al sector privado como a las administraciones públicas.

Es cierto que se produce una reactivación, pero en el caso de Menorca se ve lastrada por el gran peso del sector servicios en el conjunto de la economía insular y el lastre de la estacionalidad, que paraliza la actividad en la Isla desde noviembre hasta abril. Hay que evitar los excesos de la euforia consumista y de osadía financiera -tanto empresarial como familiar- para no volver a caer en los mismos errores. La salida a esta crisis está siendo larga, difícil y el crecimiento es aún muy débil.