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La renuncia de Albert Moragues a la presidencia de la Fundació Rubió i Tudurí, harto de pleitos y demandas de la familia del fundador de la entidad, y la elección de Hipólito Mercadal como nuevo responsable abren y cierran un nuevo capítulo en la historia de esta institución cultural privada. Los desacuerdos y las polémicas sustanciadas en sede judicial entre la familia Rubió y los integrantes del patronato han jalonado la trayectoria de la fundación.

A Hipólito Mercadal, uno de los patronos vitalicios, nombrado por el doctor Fernando Rubió, le corresponde ahora la tarea de reconducir las complicadas relaciones con la familia y, al mismo tiempo, mantener la actividad para garantizar el cumplimiento de los objetivos fundacionales, a favor de la sociedad y la cultura de Menorca.

Aún cuando la expresidenta Mercè Rubió, hija del fundador, haya advertido que «con esta presidencia no hay renovación», la elección de Hipólito Mercadal significa una nueva oportunidad para normalizar la situación, acabar con los conflictos y los contenciosos, y conseguir de una vez por todas que la Fundació Rubió i Tudurí-Andrómaco sea una entidad conocida por sus realizaciones.