La celebración del Primero de Mayo registró ayer en Menorca una escasa participación, al igual que en numerosas ciudades. Los sindicatos pierden poder de movilización y convocatoria porque numerosos trabajadores dejan de considerar esta jornada como el día para reclamar otras condiciones laborales. Se ha convertido en una festividad más, pero con escaso contenido reivindicativo.
El problema de los sindicatos es su dificultad para adaptarse a los nuevos tiempos, con los cambios tecnológicos y el impacto de la digitalización, cuyas consecuencias ha estudiado a fondo el catedrático menorquín Gregorio Martín Quetglas.
La estructura sindical está en manos de los delegados pertenecientes a administraciones y empresas públicas, sectores que tienen asegurado, por ley, su puesto de trabajo, en muchos casos en condiciones ventajosas gracias a convenios que no se ven en la empresa privada. Los sindicatos deben reflexionar sobre cuál debe ser su papel, porque la realidad les está desbordando. O cambian y renuevan su pensamiento y sus prácticas o corren el peligro de convertirse en testigos de una sociedad que busca nuevos caminos de desarrollo y progreso.