Dos pilares sostienen el discurso de ayer de Rajoy para ser hoy investido presidente: desarrollar una política moderada desde el diálogo y, como novedad, una llamada a los partidos constitucionalistas para sedimentar la unidad de España en una mano tendida al PSOE para que se abstenga ante el empuje secesionista catalán.
Esta llamada a la unidad nacional, después de que Rajoy haya mantenido una posición de confrontación con la Generalitat durante cuatro años, es la apuesta más segura. Sabe que el punto débil socialista son algunas de sus baronías regionales que comparten con el PP su convicción de que es preciso frenar el proceso catalán. De ahí podrían salir, no hoy pero sí en octubre, las abstenciones socialistas suficientes para que Rajoy siga en Moncloa.
Sánchez ha de ceder. No puede intentar un gobierno con Podemos con el apoyo externo de los nacionalistas porque se le sublevarían una parte sde sus barones. Además, el poder económico también pondría el grito en el cielo. Por contra, si en una futura nueva sesión de investidura dentro de unas semanas dejar gobernar a un débil Rajoy, desatascará la situación y abrirá el camino del cambio a medio plazo. Pero hoy toca decir no a Rajoy.